Mario Cordero
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Nuestro sistema de justicia -que va desde la investigación hasta la resolución- es risible. En primer lugar, está el caso que ya ha sido llamado como el de la "Enamorada en Barcelona", la mujer que envió mensajes de texto desde la ciudad catalana a su esposo en Guatemala, diciendo que fue secuestrada y obligada a tener relaciones sexuales con sus captores, pero todo, obviamente, era una mentira para justificar ante su cónyuge el porqué no había retornado al país.
Ella habrá pensado que en España la situación era tan crítica como en Guatemala, donde las autoridades (PNC, MP y Tribunales) no actúan ante una denuncia. En pocos días, el sistema investigativo de la Península ya sabía lo que ocurría. Eso demuestra la falta de confianza en nuestro sistema de justicia, y pensamos que así es en todos lados. Al menos, esta noticia nos dejó algo de risible al pensar en la candidez de esta mujer enamorada.
En otro caso, no tan risible, ha sido la condena en contra de Raúl Figueroa Sarti, editor de F&G Editores. Como ya se ha informado, Raúl le hizo el favor a Mardo Escobar de incluirle una fotografía suya en la portada de un libro que sería publicado, a fin de promocionarlo y no se contempló alguna regalía económica por ello, a lo cual ambas partes estuvieron de acuerdo. Escobar, cabe decirlo, no es fotógrafo profesional y no se dedica a ello. Más bien, él labora en un juzgado del Organismo Judicial.
Y, justamente, parece que él se aprovechó de ventaja, ya que posteriormente demandó a Raúl por el uso sin autorización de la fotografía, y pidió regalías por 70 mil quetzales, aunque la condena decretó que el pago fuera por 50 mil quetzales.
De nada sirvió que en el proceso, Escobar hubiese declarado, sin retractarse, que él había autorizado oralmente, pero que jamás hubo algo por escrito. Los jueces que condenaron a Raúl a pagar el monto, además de un año de cárcel, no tuvieron ningún empacho en perjudicar al editor, pese a que había dudas razonables, además de un testimonio dudoso de parte de Escobar, sobre todo porque cambió de versión a lo largo del proceso, así como que se le comprobó que mintió al asegurar que no sabía el uso de su fotografía, cuando se presentó como prueba una firma suya en donde aceptó algunos ejemplares del libro que ilustró su gráfica.
De un tiempo para acá, en Guatemala está cayendo en cuenta que gran parte de la crisis del Estado radica en la impunidad y en las preocupantes anomalías que existen en el sistema judicial. En el caso de Raúl Figueroa Sarti sólo ha servido para confirmar los miles y miles de excesos que se cometen en ese nido de víboras, en donde son capaces, incluso, de traicionar a sus benefactores.
Supongo que Escobar y los jueces involucrados no estaban conscientes de la trascendencia que este caso podría tener en los medios de comunicación, y por ello decidieron actuar con arbitrariedad, como presumiblemente actúan en la mayoría de los casos.
Ya antes hemos conocido casos de arbitrariedad, como la condena en contra de un inocente en el caso del asesinato de la estudiante Claudia Pac, o sobre la prisión preventiva en contra de un presunto implicado en el secuestro, tortura y violación de la esposa del Procurador de Derechos Humanos, el cual obviamente es inocente.
Y, justamente hoy, en que se supone la fecha límite para juramentar a las comisiones que postularán a los magistrados de las más altas cúpulas del Organismo Judicial -proceso viciado desde el principio-, en que debemos estar más atentos, porque es la oportunidad para que pueda ser revisado y depurado el Organismo Judicial, y así dejar de darnos risa, ante la imposibilidad de llorar. (http://diarioparanoico.blogspot.com)
Publicado en "La Hora", 12 de agosto de 2009: http://lahora.com.gt/notas.php?key=53653&fch=2009-08-12
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