Carolina Vásquez Araya
La condena contra el editor Raúl Figueroa Sarti no es casual. Nunca en la historia de la justicia local —al menos no en lo que toca a las actuaciones del Ministerio Público— se había visto tal celeridad y eficiencia en emitir una sentencia de culpabilidad, basada en el sospechoso reclamo de una indemnización por daños y perjuicios. Por lo tanto, es muy probable que su juicio se haya consumado como respuesta a la intervención de algunos sectores interesados en colocar una mordaza definitiva a una de las editoriales más dinámicas del país.
La labor de Figueroa Sarti como presidente de la Gremial de Editores y su perseverancia en la labor de divulgar importantes obras de autores nacionales e internacionales no puede haber pasado inadvertida para quienes intentan mantener a la sociedad en un conveniente oscurantismo. La celeridad de la acción del Ministerio Público, cuyo promedio de eficiencia se ha mantenido entre un 4 y un 6 por ciento, no deja mucho espacio a dudar de la intervención de terceros en esta extraña misión.
El acoso judicial del cual es víctima Raúl Figueroa Sarti resulta todavía más irónico cuando se echa una mirada al catálogo de su casa editora, abundante en obras sobre derecho, análisis de la historia, investigaciones de carácter sociológico, literatura y poesía. Es decir, un retrato completo de la realidad actual de Guatemala y del mundo que la rodea, pero sobre todo en el ámbito de la justicia, una de las grandes debilidades de Guatemala.
El éxito de esta editorial, sin duda, habrá incomodado a muchos interesados en convertir el ejercicio intelectual en un acto de subversión. Durante generaciones se ha intentado mantener el control sobre el pensamiento colectivo y sobre la información a la cual las personas puedan tener acceso. La estrategia ha sido tan efectiva como para abortar hasta las iniciativas de alfabetización masiva para no propiciar la insubordinación de los campesinos y de la población indígena.
Por eso, quienes respaldamos a Figueroa en esta lucha contra el abuso de poder, lo hacemos también por nosotros mismos. Porque en esta persecución contra la intelectualidad, contra el conocimiento y la inteligencia, perdemos todos. Las obras editadas por F&G Editores constituyen un aporte significativo al estudio de la historia pasada y reciente de Guatemala, y su catálogo de autores tiene el sello de la libertad de pensamiento, aunada a un sólido nivel de excelencia. Quizás sea ese el gran crimen por el cual se castiga al editor: poner al alcance de todos temas de discusión, de análisis y de esclarecimiento de una realidad que muy pocos han tenido el privilegio de conocer a fondo.
elquintopatio@gmail.com
Publicado en "Prensa Libre", 15 de agosto de 2009: http://prensalibre.com/pl/2009/agosto/15/331760.html
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