Cuentan
que cuando la Universidad de San Carlos condecoró a Augusto Monterroso con el
doctorado honoris causa, una buena parte del Consejo Superior Universitario
estuvo en desacuerdo porque no sabían quién era el escritor. Y es que su obra
era prácticamente desconocida en el país. Lo cual no es nada inusual.
Casi
20 años después sus libros siguen siendo difíciles de encontrar en las librerías
del país, también díficiles de encontrar; pero una buena parte de guatemaltecos
conoce algo de su voluminosa creación literaria. Al punto que muchos lectores
son capaces de recitar sin mayor dificultad su extensísima novela El dinosaurio.
Tan
conocida es dicha novela que en las recientes movilizaciones ciudadanas --que
culminaron con la caída de un militar ladrón, para variar un poco, encumbrado a
la silla presidencial--, no hubo manifestación sin pancarta alusiva al famoso
dinosaurio monterrosiano.
A
pesar de los escépticos de siempre, que atribuyen la caída del delincuente al
superpoder de Mr. Taylor, perdón, Mr. Robinson, los espontáneos manifestantes
saben que en el fondo de todo está la pluma de Augusto Monterroso. Y que,
además, lo destacable no es solo el fruto, sino también el movimiento. Y en
agradecimiento han iniciado un nuevo movimiento cívico nacional dirigido a convertirse
en un gran homenaje al laureado escritor: hacer realidad otra de sus novelas: La oveja negra.**
Se
aprestan a elegir como presidente a un comediante que todos saben terminará siendo igual que el
caído, para en cuatro años, o menos, realizar grandes movilizaciones ciudadanas
para botarlo de la silla presidencial y entonces realizar la elección de...
(*) El País Paralelo es un paraíso ficticiamente real, en donde
de vez en cuando suceden eventos –eventuales, no planificados– positivos y
también extremadamente negativos.
(**) Si usted no conoce La oveja negra no se sienta incómodo o
avergonzado. Suele pasar. Esto dice la novela monterrosiana:
En
un lejano país existió hace muchos años una Oveja negra. Fue fusilada.
Un siglo después, el rebaño
arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque.
Así, en lo sucesivo, cada
vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que
las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse
también en la escultura.
Queridisimo amigo Tito:
ResponderBorrarJamás te olvidaremos y aún nos preguntamos por qué nunca te otorgaron el Nóbel; lo merecías más que nadie.
Saludos afectuosos a Barbarita, en memoria de su brillante compañero.
Alenka BermúdezMallol