Carlos Aldana Mendoza
carlosaldanam@gmail.com
Este es un caso que se mueve entre la justicia y la legalidad, en el que se afecta el desarrollo cultural de nuestro país.
Ya ha empezado a mostrarse públicamente el caso de demanda al editor Raúl Figueroa Sarti. Los elementos jurídicos de este hecho no podríamos discutirlos aquí, porque las páginas de reflexión y opinión no son tribunales en los que se ventilen esas cosas. Menos si su autor no es abogado o cosa por el estilo. Pero sí es necesario que prestemos atención a una situación en la que parece que lo jurídico no necesariamente está respondiendo a la justicia.
Una foto se ha convertido en la fotografía de la realidad tan compleja de nuestro país, en la que puede, de manera muy simple, cometerse una injusticia (mientras la impunidad se pasea libre y felizmente por todo nuestro territorio, y en todos los aspectos). Podría haberse resuelto de manera conciliatoria una situación entre un fotógrafo y una editorial, pero llegó a estos ámbitos judiciales en los que puede seguirse ampliando la injusticia. Y aquí es donde aparece nuestra llamada de atención.
Raúl Figueroa Sarti es parte de esos heroicos hombres y mujeres, de los que ya hemos hecho referencia en estas páginas, que realizan uno de los trabajos más incomprendidos y no necesariamente son una fuente inagotable de riqueza financiera. Pero además de eso, la labor de editar libros en un país como el nuestro,sigue teniendo una incidencia tan innegable para el desarrollo educativo de nuestra sociedad, que ya no debería dudar de su importancia estructural.
Y sin embargo, afectar de esta manera a un editor –reconocido, entre otras cosas, por llevar los aportes, creaciones y propuestas culturales guatemaltecas más allá de nuestras fronteras huele a una irónica situación de nuestra sociedad: alguien (que según lo informado no está jugando limpio) que afecta a un guatemalteco que ha hecho muchísimo por su país. Y lo peor es que, además de los daños o efectos ya generados por la simple denuncia, parece que ha ganado el juicio.
Sin embargo, aún no está perdido todo. Quedan recursos que deberán utilizarse y esperar que las cosas sean justas, además de legales.
Pero hay otra justicia que no debe olvidarse: Figueroa Sarti ha contribuido no sólo con la cultura, sino también con la búsqueda de una realidad basada en el respeto a los derechos humanos. Con una sociedad que no pierde la memoria histórica, ésa que ha querido ser ocultada, negada, destruida (y también aprovechada maliciosamente por algunos). Entonces, justo es que en estos momentos difíciles o adversos para él, también aprovechemos para patentizar nuestro reconocimiento y valoración pública a Raúl, y a otros hombres y mujeres que comparten con él una visión editorial que, aunque necesita ingresos económicos, tampoco pone en ellos su único fin, o la exclusiva razón de ser para su aporte a la cultura y las letras.
Esperamos que se resuelva de manera integral esta situación. Pero también esperamos que este hecho, que debió resolverse privada y conciliatoriamente, no sea un ejemplo más de cómo se afecta, destruye y desestimula la creatividad, las visiones alternativas y los esfuerzos maravillosos de hombres y mujeres que, con grandes sacrificios y penurias, cultivan nuestra historia, nuestra cultura, nuestra creación. Como lo ha venido testimoniando el esfuerzo de este editor, hoy en una injusta situación.
Publicado en "Siglo XXI", 11 de agosto de 2009: http://www.sigloxxi.com/opinion/6381
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