Juicio con extraordinaria diligencia
Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt
Cuando vemos la forma en que se comportan siempre nuestros tribunales y lo que tardan en administrar justicia, no deja de causar sorpresa una situación como la que se dio en el juicio contra el editor Raúl Figueroa Sarti, acusado del delito de violación de derechos de autor y derechos conexos por la utilización de una fotografía en la portada de un libro. Varios comentaristas han abundado y profundizado en las evidentes deficiencias del fallo judicial que no valoró adecuadamente pruebas tan contundentes como la declaración inicial del querellante adhesivo y supuesto autor afectado, pero lo que es importante señalar es esa forma en que se evidencia el compadrazgo y el tráfico de influencias.
En efecto, resulta que el propietario de los derechos de la fotografía en cuestión, señor Mardo Arturo Escobar, es trabajador del Organismo Judicial, concretamente del Juzgado Cuarto de Sentencia Penal, y de esa cuenta el sistema se movilizó con diligencia extraña y al final produjo una resolución que se pasó por el arco del triunfo las evidencias de que la utilización de la mencionada foto fue con el consentimiento verbal del autor. Lección que debe quedar para todos los que publicamos materiales ajenos, es indispensable requerir siempre la autorización firmada, aunque el consentimiento se haga frente a testigos y existan otros medios de prueba que permitan corroborar que no hubo violación de los derechos de autor.
Por fortuna existen aún instancias a las que don Raúl Figueroa tendrá que acudir para enmendar un fallo que según todos los expertos que lo han comentado tiene vicios notorios y que evidencia la clara intención de favorecer al querellante adhesivo que contó con el apoyo de fiscales del Ministerio Público que mostraron en esta ocasión una rara habilidad y destreza para lograr una sentencia condenatoria, cosa que rara vez ocurre cuando el acusado es responsable de delitos graves contra la vida o la seguridad de las personas.
Yo no conozco ni soy amigo del señor Raúl Figueroa Sarti, pero conozco su obra y creo que es de los empresarios guatemaltecos que han hecho aportes significativos al país porque gracias a él se ha podido divulgar enorme cantidad de escritos que ayudan a conocer y entender nuestra realidad. Editar libros en Guatemala no es un negocio para volver millonario a ninguno porque somos un país en el que no sólo hay poco interés por la lectura, sino que además el interés por las cosas nuestras es aún menor y el asunto se agrava si se trata de obras que tienen que ver con nuestro doloroso pasado o el desafiante futuro. Pero F&G Editores se ha especializado y hace un extraordinario trabajo de edición e impresión de libros que cada vez más se van situando en ese limitado pero importante mercado de lectores guatemaltecos.
No se trata simplemente de ser solidario con alguien que da tanto apoyo a la intelectualidad del país sino de evidenciar las incongruencias de la justicia guatemalteca que se hace de la vista gorda de los asesinatos, del tráfico de drogas, de los secuestros y no digamos de los robos de cuello blanco que son tan característicos de nuestro ambiente, pero en cambio le pasa costosas facturas a quienes son acusados por personas que saben cuáles son las teclas que hay que tocar para que el sistema funcione. Y por eso es que uno siempre siente ese repudio a nuestro mal llamado sistema de justicia que, otra vez, muestra que está al servicio del mejor postor.
Publicado en "La Hora", 14 de agosto de 2009: http://lahora.com.gt/notas.php?key=53758&fch=2009-08-14
No hay comentarios.:
Publicar un comentario