Un grupo de intelectuales, profesionales y activistas sociales, hombres y mujeres que tenemos en común no pertenecer a ningún partido político pero mantenemos una visión critica, progresista, sobre los cambios que necesita el país, proponemos el siguiente documento,
Para ayudar a la reconstrucción de Guatemala
Guatemala es una sociedad en crisis. Crisis que se origina en la persistencia de un modelo económico y político que desde hace 150 años persistentemente genera desigualdades y una extensiva pobreza, la que ha facilitado relaciones políticas violentas. Es decir injusticias sociales y dictaduras políticas.
Los alzamientos populares de la década de los ochenta fueron formas exasperadas de protesta contra esa situación. Así deben considerarse. En ese empeño y en la defensa del orden tradicional se provocó la muerte de unos 200 mil guatemaltecos, indígenas en su inmensa mayoría. Venimos saliendo de un profundo trauma como probablemente no ha ocurrido igual en América Latina. No es el caso arrastrar rencores, salvo el derecho a saber la verdad y pedir el castigo que corresponde a los deudos de las víctimas. Para salir adelante, el perdón o el olvido corresponden a ellos. Para ver el futuro, el pasado no puede oscurecerlo. Y la primera condición para caminar juntos es tener confianza en el futuro. Sin desarrollar una confianza mutua, no sólo en nosotros mismos sino entre nosotros nada se podrá lograr.
Los problemas que expresa la crisis son de naturaleza estructural y vienen de lejos. Por lo tanto, las soluciones solo pueden ser estructurales. Es bueno poder distinguir estos temas, para que el detalle, la anécdota o el sentido común no nos confundan. Si son estructurales tienen que ver con el problema de la inequidad que define la totalidad de nuestras vidas: las desigualdades de riqueza, que son desigualdades de poder. Es la pobreza que por sí misma margina y excluye.
Este no es un programa electoral ni un plan de gobierno. Es la síntesis de aspectos mínimos claves que, a nuestro juicio, ningún proyecto para reconstruir Guatemala puede dejar de lado. Se pueden formular de mil maneras, pero su raíz no se puede ocultar. Se plantea aquí el inicio de las soluciones.
El punto de partida es el reconocimiento pleno de que nuestros problemas solo corresponde a los guatemaltecos resolverlos, que resulta difícil que un partido político aislado, pueda hacerlo, o que se diga que cuatro años es suficiente. No, son soluciones complejas que requieren respaldo ciudadano mayoritario y que deben ser consideradas en el mediano plazo. Dos generaciones, veinte años de paz con progreso como mínimo.
Todo lo anterior sólo puede ser bien comprendido y resuelto en el campo de la política y los problemas solo tienen solución si son planteados en esa perspectiva. Por política entendemos las relaciones de cooperación y conflicto que existen entre las personas con ocasión del poder y su manejo. Toda política debe estar guiada o inspirada por la moral, por los valores de la justicia social, la búsqueda de la igualdad, el respeto mutuo, la solidaridad. No hay conflicto de intereses ni alternativas si la equidad no tiene la primacía.
El reconocimiento anterior supone la creación de un Estado moderno, que llamamos fuerte para contrastarlo con el actual. El Estado es fuerte en el sentido de ser eficaz en sus funciones, transparente en el cumplimiento de sus deberes, con soberanía fiscal, con autonomía frente a los grandes poderes del mercado. En consecuencia el Estado fuerte es democrático, de derecho.
El poder estatal fuerte se logra, en buena medida, si se tienen partidos políticos con vida funcional por lo menos con tres rasgos fundacionales: organizaciones con efectiva implantación nacional, con permanencia en el tiempo, al margen de derrotas o victorias electorales, con un programa mínimo preocupado del progreso social. También las organizaciones de la sociedad civil (culturales, académicas, deportivas, cívicas,) deben estar organizadas y representadas en la vida pública para ayudar a las tareas del Estado. Todo lo anterior se traducirá en la paulatina formación de una ciudadanía moderna, que pueda hacer uso de sus derechos (públicos, civiles y sociales) y de cumplir con sus deberes: respetar la ley, pagar impuestos, tener lealtad a la nación. Para formar ciudadanos que no solo voten y luego se refugien en la desesperanza.
Hay seis problemas a enfrentar con urgencia. Los plazos ya están vencidos y por ello hay crisis. Se proponen medidas mínimas para tener resultados hacia el 2015.
1) Resolver de una vez por todas la existencia de un Estado con recursos financieros suficientes para atender sus programas esenciales. En consecuencia, una reforma fiscal basada en el establecimiento de una redistribución moderna de la carga impositiva, ponerle fin al contrabando y castigo por igual a los evasores y a los corruptos, mejorar el cobro y administración de los recursos públicos. El objetivo es alcanzar de inmediato una carga tributaria del 15%.
2) Establecer un programa de largo plazo de la reforma educativa basada en la certeza de que una población educada favorece más el crecimiento económico y la estabilidad política. La reforma debe iniciarse ya, asegurando la educación primaria universal; mejoras sustantivas en la calidad de los profesores, sus salarios y en la infraestructura física. Atención de los otros niveles educativos, especialmente en la zona rural; control de la educación privada para asegurar calidad y rendimiento. La meta más adelante es alcanzar la educación secundaria universal, basada en criterios científicos y humanistas que aseguren la formación de un sujeto libre, capaz de decidir por sí mismo el destino que quiere vivir.
3) Un programa de largo plazo para combatir las raíces estructurales de la pobreza, la indigencia social, el hambre y la desnutrición. Pero en lo inmediato, terminar ya con la muerte de niños porque no tienen qué comer. La magnitud de la desnutrición en Guatemala es una vergüenza histórica de carácter moral y estructural. Esta situación no es una emergencia que se combate dando alimento de forma temporal. La desnutrición y el hambre existen hace más de un siglo, como resultado de las políticas de expropiación de tierra, bajos salarios, e injusticia permanente. El eje de la estrategia contra la pobreza es la tierra como las políticas de desarrollo rural lo señalen, el trabajo, el salario digno y la oferta de bienes públicos, con la educación, la salud y la seguridad social a la cabeza. Los propósitos deben ser reducir a la mitad el porcentaje de personas que padecen desnutrición; la pobreza extrema debe reducirse a la mitad y asegurar el pleno empleo para todos, incluyendo mujeres e indígenas.
4) Establecer un programa de reforma general de las políticas de salud, unificando su dirección y aplicación. Una sociedad enferma es el testimonio vivo de una sociedad injusta, que se desarrolla sin equidad. En Guatemala la gente se muere de enfermedades que se pueden prever y curar fácilmente. En consecuencia en este momento se espera una reforma a fondo del sistema estatal de salud que asegure en el plazo inmediato que se reducirá en dos terceras partes la mortalidad de niños menores de cinco años; reducir la mortalidad materna en tres cuartas partes de lo que ocurre en la actualidad; detener la propagación del VIH/sida y eliminar definitivamente la muerte por paludismo, malaria, tuberculosis y otras enfermedades.
5) El narcotráfico constituye la mayor amenaza al orden político porque no solo es una droga ilegal, sino que su tránsito/depósito/producción/consumo viene acompañada de extremas formas de violencia criminal, debilita las instituciones públicas, estimula prácticas políticas corruptas, enferma el tejido social. Ninguna política de represión, sola, puede tener éxito; por el grado de implantación que ya tiene en la sociedad guatemalteca el combate al narconegocio es una operación compleja y difícil. Se hace necesario asegurar la capacidad y la honradez de la policía nacional civil y el sistema carcelario; elevar la calidad, la capacidad de juzgar y castigar del Estado; castigo implacable contra los funcionarios corruptos y contra las modalidades privadas que lo fomentan como el mercado libre de armas, los organismos particulares de seguridad, el secreto bancario y otros. Trato especial en la prevención, castigo y curación, para las pandillas juveniles, mejorando las ofertas de trabajo, educación y uso del tiempo libre. Este no es solo un problema nacional, se requiere un plan con los países vecinos, una estrategia que no precisa de soldados extranjeros pues estos son útiles en sus países, como debe suceder con Estados Unidos.
6) La inseguridad es un resultado asociado a algunos de los problemas mencionados anteriormente: la pobreza, la debilidad estatal, el auge del narcotráfico estimulan el crimen como la vía para el dinero fácil. En la base del combate a la inseguridad producto del auge de la criminalidad, aparece el Estado y en particular las instituciones de justicia, de policía, el sistema carcelario. No toda la criminalidad se debe al narconegocio; hay formas privadas de crimen que producen inseguridad de manera extendida. Si se resuelven adecuadamente los problemas anteriores, mejorarán las condiciones de seguridad del ciudadano. La aplicación del Acuerdo Nacional para el Avance de la Seguridad y la Justicia debe convertirse en la hoja de ruta de la lucha por la seguridad ciudadana. Dar apoyo pleno a la CICIG, mantener en su cargo a la Fiscal General.
Sin duda, hay otros problemas y otros enfoques. Ellos deben considerarse, teniendo presente que la dirección de todas las respuestas, soluciones y políticas deben orientarse por el sentido de dignidad del ser humano, de sus igualdades básicas como punto de partida, de la equidad como moral pública que guía la acción gubernamental. Las metas propuestas son factibles y por ello, inmediatas, antes de 2015. Deben formar parte de propósitos más ambiciosos, de cambios estructurales, para que la nueva generación, los que tendrán 25 años en 2030, vivan en una Guatemala mejor.
Guatemala, julio de 2011
José Barnoya Edmundo Urrutia, Ligia Blanco, Edgar Gutiérrez, Oscar Azmitia, Carlos Figueroa Ibarra, Bernardo Arevalo, Luis Raul Salvadó, Oscar López, Hugo Beteta, Virgilio Reyes, Arturo Montenegro, Virgilio Álvarez, Héctor Rosada Granados, Víctor Hugo Godoy, Luis Fernando Mack, Raul Figueroa Sarti, Factor Méndez, Martín Rodríguez Pellecer, Otto Argueta, Claudia López, Helena Diez Pinto, Roberto Oliva, Factor Méndez Donineli, José Cal, Edgar Celada, Mireya Palmieri, Fernando Carrera, Edelberto Torres Escobar, Carolina Escobar Sarti, Carlos Molina, Marta A. de la Roca, Ronald Ochaeta, Leticia González, Iduvina Hernández, Carlos Sarti, Sergio Duarte Rodríguez, Irma Alicia Velásquez N., Juan Alberto Fuentes, Edelberto Torres-Rivas, Anabelle Giracca, Edgar Amado Sáenz, Miguel González Madariaga, Carlos Orantes Troccoli, José Barnoya Perez, Jorge Fuentes, Edgar Ruano, Miguel Ángel Sandoval, Maria Gloria Coll, Ana Maria Dalmau, Maria José Aldana S., Ana Maria Moreno, Edgar Batres Vides, Ana Silvia Monzón, Lily Caravantes, Deniele Phe.Funchal, Otoniel Martínez, Álvaro Velásquez, Luis Alberto Padilla, Guillermo Paz Cárcamo, Luis Argueta, Jorge E. Molina Loza, Miguel Ángel Balcarcel, Roberto Aldana, Julio Donis, María Castro, Gustavo Arriola, Felipe Sarti, Leonor Hurtado Paz y Paz, Alfonso Huet, Carlos Rene García Escobar, Gustavo Berganza, Gerardo Guinea Diez, Miguel Ángel Figueroa, Lucrecia Molina Theissen, Antonio Móvil, Jorge Solares, Aquiles Linares, y 80 mas
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