Por: Rosina Cazali / No Lugar rosinacazali@gmail.com
El mes de la fotografía en Guatemala, Foto>30, ha sido precedido por la polémica de la supuesta inclusión ilícita de una fotografía del escritor Mardo Escobar en la portada de un libro producido por la editorial F&G, y la consecuente sentencia sobre su director Raúl Figueroa Sarti. En ese orden, nunca se ha hablado tanto sobre la práctica de la fotografía y sobre las leyes que rigen los derechos de autor. Porque vivimos una época signada por sus medios de comunicación y reproducción el tema se hace escurridizo. La multiplicidad de formas de reproducir imágenes es infinita, desde lo sorprendente hasta lo ridículamente inmediato y casero. Pero estamos aquí, por primera vez, frente a un caso en el cual la discusión gira en torno a una foto insignificante en lo formal pero que está a punto de marcar precedente.
Toda polémica siempre confiere dos lados a discutir. A muchos nos parece desproporcionado el tratamiento que se le ha dado a Figueroa Sarti. Por otro lado, al recordar que en Guatemala existe un Registro de la Propiedad Intelectual, la cual subraya que toda persona tiene derecho a proteger sus producciones, independientemente del mérito, destino o modo de expresión, es claro que Escobar tiene derecho a pedirlo. Lo curioso es que no existe en esta u otra instancia el debido registro de la fotografía y el nombre del autor. En ese escenario me parece que las desproporciones también se producen en otros términos. Por muchos años he trabajado con fotografías. Me resulta tan absurda la sentencia. Al buscar en sitios como Google imágenes sobre un “perro aullando” saltan alrededor de 41 mil 100 elementos.
Hoy día la originalidad es algo difícil de medir. Pienso en obra de artistas como Richard Prince, un conocido artista norteamericano, quien con su obra Untitled Cowboy, refotografiada de una original y con conocimiento de los compradores, alcanzó el precio de US$1millón en una subasta. Esto suscitó discusión en torno a lo inútil del valor de la originalidad y sus frotneras. Prince sencillamente lo hace visible.
Por una imagen que cualquiera pudo tomar se ha levantado una tormenta que podría ser calmada, considerando que este es el primer caso de autoría de imágenes fotográficas que se lleva a una corte, sería pertinente que se tomara en consideración como beneficio de editores y autores. Cuando Figueroa Sarti publicó esta imagen estaba actuando de acuerdo a los parámetros normales que se manejan en nuestro país: visibilidad al autor y respectivo crédito. Estos no son los más profesionales pero no buscaban lesionar las facultades morales del autor.
Además, que se sepa, la publicación y venta del libro no posee especial trascendencia económica. Consultando a fotógrafos de la talla de Luis González Palma, Juan Manuel Castro Prieto o especialistas en fotografía como Claudi Carrera, Juan Antonio Molina y otros, les resulta inútil registrar cada una de las imágenes que un fotógrafo produce. En ese sentido, Escobar también podría hacer lo suyo y aprender un poco de ese mundo que no sólo necesita confiar en otros para que sus imágenes fluyan sino enterarse del universo de posibilidades de reproducción, donde todo resulta siendo de todos.
Publicado en "El Periódico", miércoles 2 de septiembre de 2009: http://www.elperiodico.com.gt/es/20090902/lacolumna/112160/
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