domingo, 17 de enero de 2016

Una necesaria prohibición




Ahora que ya tomaron posesión los diputados, los nuevos y los viejos, es momento de sugerirles cosas puntuales. Todos dicen estar en contra de la corrupción. Todos dicen haber llegado a donde están por su deseo de servir “al pueblo” o “al país” y no para enriquecerse. Pero pocos o ninguno han dado a conocer su patrimonio, lo cual nos permitiría ver que tanto han mejorado económicamente durante su gestión. Y que tanto depende de su salario o de ingresos inexplicables.
Otto Pérez Molina siguió haciendo campaña electoral una vez que tomó posesión; lo mismo hizo su cría en la alcaldía de Mixco: vistió edificios, pickups, motos, etc. con los colores del partido patriota (sí, con minúsculas, como debe de ser). Antes de ellos, quien un oscuro abogado convertido en Procurador de Derechos Humanos hizo uso de los recursos públicos para promocionar su hermosa figura física en los traseros de las camionetas, sin ningún éxito político para él. El desconocido ex presidente del Banco de Guatemala usó el dinero público para promocionarse en traseros de camioneta y prensa impresa, meses después terminó de candidato a vicepresidente con Manuel Baldizón.
Alcaldes, diputados, ministros, viceministros no pierden oportunidad para con recursos públicos continuar haciendo propaganda política. Cada presidente que llega se apropia del país y en lugar de tener Gobierno de Guatemala tenemos Gobierno de Oscar Berger o Gobierno de Alvaro Colom. Y lo mismo sucede en el ámbito municipal.
Si realmente queremos que Guatemala empiece a desterrar la corrupción se debe prohibir que los funcionarios públicos pongan su nombre en edificios o vehículos públicos y que hagan uso de dinero público para hacer lucir su nombre en medios de comunicación. Esperemos que algún diputado honrado se interese por esta propuesta y la impulse para que pronto el Congreso de la República la convierta en ley.

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