Caso ilustrativo No. 13
Persecución y desintegración de la familia Bautista Escobar, torturas de menores y embarazadas, violación de menores y desapariciones forzadas
“Mi papá ya no podía hablar, tenía la cara hinchada … lo que pasa es que cuando le ponían el nylon lo asfixiaban y aparte lo golpeaban. Mi papá sólo se nos quedó viendo con una mirada de mucha tristeza, realmente es una mirada que yo siento que … es una de esas miradas que nunca se le borran a uno. Ya no nos dijo nada”.
I. ANTECEDENTES
A principios de los años setenta varias parroquias de la diócesis de Escuintla, en la Costa Sur, iniciaron un trabajo de pastoral social a través de las llamadas Familias de Dios, inspiradas en la pedagogía de Paulo Freire. Esta labor abordaba el estudio de la Biblia desde la perspectiva de los pobres orientada a la reflexión sobre el papel de los cristianos en la construcción de una sociedad más justa. Los miembros de la familia Bautista Escobar estaban muy comprometidos, como catequistas, en dicha actividad. Alejandro Bautista y Gerarda Escobar “trabajaban en la parroquia de Santa Lucía Cotzumalguapa con los padres Walter Voordeckers, sacerdote belga, párroco de Santa Lucía Cotzumalguapa, Conrado de la Cruz, sacerdote filipino de la congregación Inmaculado Corazón de María, Sergio Berten, voluntario belga, Pablo Shildermans, Juan Raquet y las hermanas del Inmaculado Corazón de María”.
Un aspecto de preocupación de la Iglesia Católica en la Costa Sur fueron las condiciones inhumanas del trabajo en las fincas y la falta de una organización de los trabajadores temporales y cuadrilleros llegados del Altiplano.
Santa Lucía Cotzumalguapa, donde se ubica la mayoría de los ingenios azucareros y las fincas cañeras más grandes de la Costa Sur, fue el municipio con mayor desarrollo de las Familias de Dios y más tarde del Comité de Unidad Campesina (CUC).
En febrero de 1980 se convocó a una huelga en la finca cañera de Tahuantepeque, en el mismo municipio de Santa Lucía Cotzumalguapa. Todos los trabajadores de las fincas cañeras y de algunas algodoneras de la Costa Sur se plegaron a la misma. Más de 80 mil obreros suspendieron sus labores exigiendo un aumento salarial.
En este contexto, la comunidad Las Playas, perteneciente al municipio de Santa Lucía Cotzumalguapa, de donde era originaria la familia Bautista Escobar, fue una de las más organizadas: “…La asamblea local del CUC de la aldea Las Playas de Santa Lucía se constituyó en el eje principal del movimiento de huelga de principios de 1980. El grupo del CUC de Las Playas estaba compuesto por personas originarias del lugar y por un grupo de antiguos dirigentes sindicales de algunas fincas de Santa Lucía, entre otras de la finca Xatá, que a principios de los años setenta habían sido despedidos ‘por rebeldes’ …. Dentro de la asamblea local de Las Playas se destaca la familia Bautista. Don Alejandro Bautista poseía una pequeña parcela cerca del río Pantaleón y sus hijos Pablo, Domingo, Ricardo y Miguel Angel trabajaban la mayor parte del año en la finca Tahuantepeque …. Doña Gerarda Bautista, la esposa de don Alejandro, fue un miembro destacado del muy dinámico grupo de mujeres de la Familia de Dios que jugó un papel decisivo en el movimiento de los paros … En el auge de la huelga Pablo Bautista se había constituido en el líder indiscutible del movimiento…”
El acoso a la familia Bautista Escobar, formada por el matrimonio y sus trece hijos, está íntimamente vinculado a este protagonismo en las luchas sociales de Santa Lucía Cotzumalguapa y comienza aun antes incluso de la formación del CUC: “Desde la implicación de don Alejandro y [doña] Gerarda en las comunidades cristianas, la familia Bautista Escobar fue señalada por los llamados orejas del Ejército y la vigilancia se convirtió en persecución, secuestros, torturas y asesinatos”.
II. LOS HECHOS
En los primeros días de marzo de 1980, cuando todavía estaba en marcha la huelga cañera de la Costa Sur, hombres vestidos de civil intentaron secuestrar en la aldea Las Playas a Pablo Bautista Escobar, de 29 años, hijo de don Alejandro. Al no lograrlo lo dejaron malherido, con la cara destrozada a balazos. Pablo fue llevado al IGSS de Santa Lucía y de ahí al hospital de Escuintla. Sin embargo, por temor a que fuera secuestrado del hospital, fue trasladado por miembros de equipo de la pastoral de Santa Lucía a una clínica privada de la ciudad de Guatemala, donde se recupera de las heridas.
Un año y medio después, el 23 de septiembre de 1981, un grupo de hombres fuertemente armados, vestidos de civil, intenta secuestrar en Santa Lucía Cotzumalguapa a Benigno Ambrosio Colorado, de 28 años, esposo de una de las hermanas de Pablo Bautista. Al resistirse, Benigno es asesinado por aquellos individuos.
Dos días después, el 25 de septiembre de 1981, los mismos sujetos que ejecutaron a Benigno Antonio capturaron a Fermín Ambrosio, padre de Benigno, a quien torturaron e interrogaron sobre el paradero de su nuera. El señor padecía de cáncer de garganta y no podía hablar. Fue liberado el mismo 25, pero falleció pocos días después.
El 21 de octubre de 1981, nueve hombres fuertemente armados y vestidos de civil catearon la casa en la que vivía don Alejandro Bautista con sus hijos, ubicada en el caserío Santa Lucía, del municipio de Santo Domingo, departamento de Suchitepéquez. Durante el cateo, los individuos armados torturaron salvajemente a Alejandro Bautista, de 52 años; a su hija Alberta, de 13 años y a su nuera Isabel Estrada, de 23 años, esposa de Pablo Bautista y quien, además, estaba embarazada. Las torturas se aplicaron en frente de los hijos pequeños de don Alejandro, de seis, siete y once años: “…El jefe del grupo, mientras torturaban a Alberta, Alejandro e Isabel, les decía: ‘A ustedes hay que exterminarlos a todos, desde el más grande hasta el más chiquito, hasta que no quede uno solo para que la raíz no retoñe de nuevo…”
En esa ocasión, los agresores, además, interrogaron a las víctimas sobre los hermanos Pablo y Ricardo Bautista Escobar y, después de permanecer varias horas en ese sitio, se llevaron a Alejandro Bautista, a Isabel Estrada y a Juan Gordon, quien había alojado a la familia en el caserío Santa Lucía. Varios vecinos siguieron a los secuestradores, pero no lograron darles alcance: “…Sólo encuentran el sombrero y el cincho ensangrentado de don Alejandro…” Desde entonces no se volvió a saber de ellos.
Cuatro días después, Pablo Bautista, el hijo de don Alejandro que había resultado herido en un atentado en marzo de 1980, acudió a la morgue del hospital de Mazatenango, ante el rumor de que había un cadáver con características semejantes a las de su padre. Varias personas le vieron entrar a la morgue, pero nunca volvió a salir y hasta le fecha está desaparecido.
El 7 de diciembre de 1981, en la mañana, un grupo de hombres fuertemente armados, similar al que actuó en el secuestro de don Alejandro, llega a la aldea El Arenal, municipio de La Gomera, donde había encontrado refugio Maximiliana Estrada, de 24 años, esposa de Ricardo Bautista Escobar, con sus hijos de dos y tres años, y sus cuñados de seis, siete, once y trece años, hijos de don Alejandro. El grupo irrumpe en su casa y tortura a Maximiliana, quien estaba embarazada, y a Alberta, de 13 años, quien ya había sido torturada el 21 de octubre en la casa de su papá. Cuando el grupo de retira se lleva a las dos mujeres, quienes hasta hoy continúan desaparecidas. “…Maximiliana, que estaba encinta de cuatro meses, se dedicaba a cuidar y educar a sus hijos, no tenía ningún vínculo o participación con las organizaciones populares o revolucionarias. Su delito era ser la esposa de Ricardo Bautista y ser una más de esa familia…”
Ese mismo día, por la tarde “…cuatro de los hombres regresaron … para continuar el registro y se robaron todo lo que había de valor …. Preguntaban por Ricardo y llevaban una fotografía de él …, interrogaron a los cinco niños que quedaron solos …. Eran los mismos hombres que habían estado por la mañana y los mismos que habían participado en el secuestro de don Alejandro e Isabel…” Asimismo, los cuatro individuos violaron también a la niña de 11 años en presencia de sus hermanos, de seis y siete años, y de sus sobrinos, de dos y tres años.
Entre marzo y abril de 1982, Ricardo Bautista Escobar fue capturado en un retén militar situado en el camino a Santa Lucía Cotzumalguapa. En el retén se encontraban algunas personas vestidas de militares, quiénes le señalaron. Un acompañante de Ricardo, de identidad desconocida, fue testigo de los hechos. Algunos meses después, Ricardo fue visto en retenes militares de la Costa Sur, vestido de militar. Luego de ello, no volvió a ser visto ni sus familiares pudieron establecer contacto con él.
El 4 de marzo de 1983, una de las hijas de don Alejandro Bautista Escobar fue capturada y conducida a la ciudad de Guatemala, a una dependencia policial ubicada frente a la parroquia de la zona 6. Allí, un hombre vestido de militar decide que la trasladen a una casa en la zona 10, identificada como el Departamento de Investigación Técnica (DIT). En ese lugar fue torturada y violada. Cuando sus antecedentes familiares son descubiertos, aumentan las torturas y es violada reiteradamente por varios militares.
En la tortura participaron también mujeres: “…Las mujeres la sentaban en una silla, desnuda, y con una navaja se la empezaron a pasar por los pechos y le decía que si no empezaba a hablar se los iban a cortar … Ella se quedaba inconsciente …; no sé ni cuántos hombres abusaron de ella …, había otros donde torturaban porque se oían los gritos…”
Mientras estuvo detenida, la prisionera era trasladada a lugares públicos, fuertemente escoltada por hombres vestidos de civil, con la finalidad de que reconociera o fuese reconocida por otras personas. Posteriormente, fue trasladada a la cárcel de mujeres, donde el médico forense constató las violaciones y la tortura con electricidad que había sufrido. Finalmente, fue recluida varios meses en la cárcel de Santa Teresa, donde los mismos hombres que la habían torturado seguían vejando a las mujeres trasladadas allí. Durante varios meses después de su liberación, los torturadores mantuvieron un control intimidatorio sobre ella.
Como consecuencia de estos ataques la familia Bautista fue completamente diezmada: seis de sus miembros fueron desaparecidos en diferentes circunstancias, mientras que todos fueron objetos de torturas tanto físicas como psicológicas. En 1983 los que habían logrado sobrevivir fueron obligados a abandonar el país y los niños más pequeños debieron permanecer durante varios años en una institución de menores; pensando que sus familiares los habían abandonado y bajo el temor de que los adoptaran y perder, en consecuencia, todo vínculo con su familia.
III. CONCLUSIONES
La CEH, analizando los antecedentes del caso, ha llegado a la convicción de que varios miembros de la familia Bautista Escobar sufrieron gravísimas violaciones a sus derechos a la vida, integridad y libertad personal, por parte de agentes del Estado o de personas que actuaron con la tolerancia o consentimiento de autoridades. La anterior convicción se funda en el modus operandi con que procedieron los responsables, en la calidad de las víctimas y en el contexto general de violencia sufrida en ese tiempo en la Costa Sur de Guatemala.
La CEH ha llegado a la plena convicción que Benigno Ambrosio Colorado fue ejecutado arbitrariamente y que Ricardo Bautista Escobar fue detenido y hecho desaparecer forzadamente por miembros del Ejército de Guatemala, constituyendo ese acto una violación al derecho a la libertad, integridad personal y a la vida de la víctima.
La CEH concluye que una hija de Alejandro Bautista Escobar fue detenida, torturada y violada numerosas veces por agentes del Estado en instalaciones estatales controladas por personal militar, en grave violación al derecho a la libertad e integridad personal de la víctima.
De igual forma, la CEH ha llegado a la convicción de que las autoridades del Estado de Guatemala no cumplieron con el deber de investigar los hechos y sancionar a los responsables, violando así el derecho a la justicia de las víctimas y sus familiares.
La CEH considera que este caso es ilustrativo de la persecución sufrida por un núcleo familiar con el objeto de exterminarlo, como consecuencia de la activa participación social de algunos de sus miembros, con características de violencia excepcionalmente cruel.
Asimismo, la CEH estima que las ejecuciones y desapariciones de los miembros adultos de la familia Bautista Escobar produjeron en los niños de la familia una sensación de desprotección y abandono que los hizo, también, víctimas directas de estos delitos.
Por último, la CEH considera que la persecución soportada por la familia Bautista Escobar y la brutal violencia ejercida contra ellos son ilustrativas de la represión sufrida por líderes campesinos que reclamaban mejoras para los trabajadores agrícolas de las grandes fincas de la Costa Sur.
LISTADO DE LAS VÍCTIMAS
Ejecución arbitraria
Benigno Ambrosio Colorado
Desaparición forzada, tortura
Alberta Bautista Escobar
Maximiliana Estrada
Alejandro Bautista
Pablo Bautista Escobar
Isabel Estrada
Ricardo Bautista Escobar
Juan Gordon
Torturas, privación de libertad
Fermín Ambrosio
Desaparición por causas desconocidas
Miguel Angel Bautista Escobar Toribio XXX
Víctimas colectivas/desconocidas: 1
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