El 18 de abril de 1982 soldados del ejército de Guatemala, en distintos lugares y horas del territorioa nacional, cometieron diversos actos criminales en contra de hombres y mujeres, adultos y niños. Entre esos delitos están: con disparos de arma de fuego asesinaron a María Ceto y a su hija María Elena Lainez, de dos años de edad; en el interior de una vivienda quemaron vivos a Jerónimo, Sebastián y Tomás Tzoc Mejía; a Eulalio Santizo Real lo colgaron del cuello con un alambre espigado y a Cipriano Mejía Zapeta le dispararon con arma de fuego; se deshicieron de los los cadáveres de Paula Cristal y de su esposo, a quienes asesinaron en su casa; y ejecutaron a Samuel y Gregorio Yat López, Miguel Yat Tiquiram y Ramón Tum.
El 18 de abril de 1982 el comandante general del ejército que viola la ley para “restaurar el imperio de la ley” es un general pastor evangélico de nombre José Efraín Ríos Montt, quien con toda la prepotencia propia de los criminales armados y que se saben impunes afirma una y otra vez que no se mueve una hoja del árbol sin su voluntad y que él tiene control absoluto de sus tropas.
El 18 de abril de 2013, 31 años después, el jefe de las tropas asesinas está siendo juzgado por genocidio. El anciano general tiene suerte. A él lo juzga un tribunal, en lo que se llama “debate oral y público”. Él no solo fue comandante. También fue juez supremo: pero los acusados por él fueron procesados en secreto. Nadie sabe quiénes fueron los jueces, ni si tuvieron abogados defensores. Él y su acompañante, un hombre oscuro, que 31 años antes jugó el papel de “ojos y oídos” del jefe supremo, gozan de una defensa como nadie ha tenido en ese pequeño país. Pero no en la sala de audiencias, sino afuera.
El 18 de abril de 2013 una jueza de pública y reconocida trayectoria a favor de la impunidad y la denegación de justicia resuelve anular lo actuado judicialmene en el proceso durante casi dos años. Temporalmente, e inciertamente, ella --a quien se le empieza conocer como “la jueza de la impunidad”, “jueza de la vergüenza”, “jueza de la injusticia”—suspende el juicio. Pero no tiene autoridad para hacerlo. Llegó tarde.
El 18 de abril de 2013, 31 años después, el hombre que ordenó asesinatos y violaciones de niñas, sonríe y se burla de sus víctimas. Pero su victoria es pírrica. El país ha escuchado y visto a sus víctimas. Él ha tenido oportunidad de demostrar que las acusaciones carecen de sustento, pero no lo ha hecho. Mientras él siga haciendo uso del poder extrajudicial de que goza, él y sus amigos, para evadir a la justicia, seguirá siendo un criminal de guerra que huyó de la sala de audiencias para evadir la sentencia.
A pesar de que temporalmente se impusieron el poder económico, político y militar para asesinar a la justicia, la justicia sigue viva, la justicia empieza a caminar, porque la justicia no es una resolución, la justicia es una esperanza y mientras tengamos esa esperanza la justicia crecerá.
En la noche oscura, la justicia se insinúa como una pequeña mancha de luz. |
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