1. Los obispos de Guatemala nos
dirigimos a todos lo fieles cristianos católicos y a todos los creyentes y
hombres y mujeres de buena voluntad. Este tiempo de Pascua nos llama
reiteradamente a la esperanza en Cristo Resucitado. Nos inspira el Señor que ha
vencido a la muerte con su Resurrección.
2. Este año de la Fe ha estado
marcado por la renuncia del Papa Benedicto XVI y por la elección e inauguración
del pontificado del Papa Francisco. Ambos nos han dado testimonio claro de fe
en el Señor. Ambos nos exhortan con su testimonio y su palabra a dar razón de
nuestra fe.
3. La Conferencia Episcopal de
Guatemala, en nombre de toda la Iglesia Católica en este pais da la bienvenida
al nuevo Señor Nuncio Apostólico de su Santidad, Mons. Nicolás Thevenin y le
desea un fructífero ministerio en nuestra patria.
4. Este 26 de abril se cumplen
quince años desde el asesinato de Monseñor Juan Gerardi. La celebración de este
aniversario nos invita a reflexionar sobre el profundo significado de su
ejemplo de pastor bueno entregado al servicio de los pobres, testigo de la
verdad y defensor de la dignificación de las víctimas de la violencia. Al mismo
tiempo nos lleva a considerar la actualidad de su palabra y acción.
5, Los obispos de Guatemala,
afirmaron en vísperas de los Acuerdos de Paz: “para asegurar que la paz que
buscamos en Guatemala sea firme y duradera, se requiere que sea construida
sobre una verdadera reconciliación. Los acuerdos, producto de la negociación
política, son sin duda un paso necesario en el largo camino hacia la paz. Pero
se debe ir más allá de la firma de dichos acuerdos. Es imprescindible
comprometer a todo el pueblo de Guatemala, especialmente a quienes tienen en
sus manos el poder económico y político en su cumplimiento, hasta llegar a
extirpar las causas que originaron el conflicto y los gravísimos males físicos,
mentales y morales provocados por una guerra fratricida de más de 36 años”.
6. Han pasado diecisiete años de la
firma de los “Acuerdos de Paz firme y duradera”. Es verdad que dichos Acuerdos
surtieron efecto para la finalización del conflicto. Sin embargo, constatamos
que en los aspectos sustantivos quedaron sin aplicación, frustrando las esperanzas
del pueblo guatemalteco. Debemos reconocer que las causas estructurales que
dieron origen al enfrentamiento armado no han sido superadas, se fortalece un
modelo económico que concentra la riqueza en pocas manos. Las propuestas de
desarrollo impulsadas desde el gobierno son objetadas por varios sectores de la
población que logran obtener un respaldo amplio y de incidencia social. Ha
faltado la capacidad por una parte de persuadir a la población de cuáles son
las políticas económicas impulsadas desde el gobierno, a participación y las
propuestas más significativas de la población. En estos años hemos visto
políticas de parches, que no solucionan la situación de pobreza, emigración
forzada, racismo y exclusión. Seguimos constatando el constante irrespeto a la
dignidad de la vida humana, el ambiente de sensibilidad y susceptibilidad, de
creciente y peligrosa polarización social, de rumores y calumnias que confunde,
de conflictos en el ámbito de la minería. Hay un auge de la criminalización y
persecución de líderes comunitarios, la institucionalidad jurídica se ve
sometida a presiones de diverso signo que empañan el clima de libertad con que
debe actuar la justicia. Los procesos de justicia deben ser transparentes,
apegados al derecho e imparciales con el fin de que sean reconocidos por todos.
Lo habíamos señalado los obispos hace años: “El secular enfrentamiento, el odio
y la violencia, son una realidad que se ubica en la misma raiz de nuestro
pasado”. “Nuestra realidad actual no es más que el resultado de injusticias
sociales acumuladas, fraguadas en esta secular historia de despojo y
opresión''.
7. El mensaje de Mons. Gerardi sigue
siendo actual: Conocer la verdad para sanar las heridas del pasado y poner las
bases para el perdón y la reconciliación. A pesar de todo “creemos en la
capacidad del pueblo para lograrlo paz y emprender el camino esperanzado de la
reconciliación”'.
8. La verdadera reconciliación se
logrará únicamente sanando las causas que han producido la injusticia, y
orientándose hacia el perdón pues “Sin perdón no hay futuro”, como dijera el
obispo sudafricano Desmond Tutu, un perdón fundado en la verdad. Lo cual no
significa impunidad ni freno a los caminos propios de la justicia, que debe
cumplirse, sino compromiso para que las heridas del pasado en el pueblo se
sanen por ese camino. Los puntos irrenunciables en el mensaje de Mons. Gerardi
siguen siendo actuales: la paz sigue siendo “el anhelo más fuerte que brota del
corazón de todos los guatemaltecos”, lo que queremos es que esas dolorosas
experiencias del pasado no se repitan, “Guatemala, nunca más”. “..,Es necesario
tener en cuenta el pasado tormentoso de nuestra historia, no para despertar
nuevos odios, animadversiones y deseos de venganza o de revancha, sino para
entender mejor nuestras actuales circunstancias y evitar caer de nuevo en los
mismos errores, crímenes y guerras”'.
9. El proyecto REMHI, anterior al
informe de la Comisión de la Verdad, tenía la finalidad de permitir a las
víctimas de los años de la violencia poder expresar su dolor y sanar y estaba
abierto a hablar de víctimas en ambos lados de la confrontación, hubo espacio
no sólo para la población civil no combatiente sino también para
exguerrilleros, militares y patrulleros de la autodefensa. Este proyecto era un
paso irrenunciable, que sin duda en muchos lugares de nuestro país dio frutos
de sanación basada en el Evangelio de Jesús. El pueblo hizo el proceso del
REMHI a partir de sus valores más profundos y de la experiencia del Dios de la
Misericordia que se nos ha revelado en Jesucristo. Desafortunadamente el
trabajo iniciado por los animadores de la reconciliación y otros procesos
destinados a la sanación, no tuvieron continuidad. Esto representa para
nosotros actualmente un desafío para nuestras acciones pastorales.
10. Nos dirigimos a ustedes
conciudadanos con confianza en que la cultura de la Vida predominará sobre la
cultura de la muerte en nuestra realidad nacional marcada por la violencia
diaria que desemboca en muertes y duelo en tantas familias guatemaltecas.
Merecen nuestro repudio vehemente en especial los reiterados atentados contra
los choferes del servicio urbano y la violencia contra mujeres y niños y
últimamente líderes comunitarios.
11. Urgimos a todos los ciudadanos a
mantener vigente la meta de alcanzar la verdadera paz en Guatemala. La búsqueda
de justicia y verdad sana las heridas sociales e históricas. “El
esclarecimiento histórico de la verdad no solo es necesario, es indispensable
para que el pasado no se repita con sus graves consecuencias. Mientras no se
sepa la verdad, las heridas del pasado seguirán abiertas sin cicatrizar”, Pero
el conocimiento del pasado humaniza cuando tiene como fruto la conciliación,
que solo puede provenir de una autentica actitud de perdón, que no significa
impunidad sino asumir el pasado y superarlo para construir el futuro. El
resarcimiento se limitó en muchos casos únicamente a una compensación económica
selectiva.
12. Que nuestra Señora, la Virgen
María, cuya fe dio paso a la encarnación de Nuestro Señor y con eso abrió
camino a la Esperanza, anime siempre el caminar de nuestra Iglesia.
Guatemala de la Asunción, 26 de
abril de 2013.
+Rodolfo Valenzuela Núñez
Obispo de la Diócesis de La Verapaz
Presidente de la Conferencia Episcopal de Guatemala
Obispo de la Diócesis de La Verapaz
Presidente de la Conferencia Episcopal de Guatemala
+Bernabé de J. Sagastume Lemus,
ofm.Cap
Obispo de Santa Rosado Lima
Secretario General de la Conferencia Episcopal de Guatemala
Obispo de Santa Rosado Lima
Secretario General de la Conferencia Episcopal de Guatemala
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