Creo que fue el general presidente, que no es lo mismo que presidente general, quien en abierta violación a la independencia judicial osó decir que una sentencia condenatoria a los militares acusados por genocidio sería un insulto para Guatemala. En sintonía con él, se han publicado múltiples columnas de prensa y campos pagados en los que se llega a decir que condenar a los dos ex generales por genocidio sería una vergüenza para los guatemaltecos.
Quienes han escrito tales columnas, incluido el presidente, cometen un error de principio y propio de personalidades autoritarias: creer que ellos son el país.
Si bien es cierto que el delito de genocidio de que se acusa a los militares se cometió en territorio guatemalteco, no es Guatemala quien está en el banquillo de los acusados.
El señor presidente participó en el conflicto armado siendo militar. Estuvo en el teatro de operaciones. A él seguramente le ofende y avergüenza que sus colegas militares sean condenados por genocidio. Pero el presidente no es Guatemala.
Los señores que integran la Asociación de Amigos del País tal vez se sientan aludidos cuando a los militares se les condene por genocidio. Pero la Asociación de Amigos del País no es Guatemala.
Los miembros del gabinete de Alvaro Arzú, en cuyo gobierno se aumentó la pena por el delito de genocidio, tal vez se sentirán avergonzados. Pero ellos no son Guatemala.
Los señores que se sienten ofendidos porque se juzgue a quienes cometieron graves delitos en contra de miles de guatemaltecos son parte de Guatemala, pero no son Guatemala.
En este territorio que se llama Guatemala habemos muchas más personas. Y muchos de los habitantes de ese país nos sentimos agraviados, ofendidos y nos avergüenzan muchas cosas más que no son el hecho de que finalmente en el país se empiece a hacer justicia a las miles de víctimas del ejército del país. A mí me avergüenzan: la corrupción galopante en el Organismo Ejecutivo, la desnutrición infantil, la corrupción en la Policía Nacional Civil. Me avergüenza vivir en un país en donde el salario mínimo no cubre la canasta básica. Me avergüenza que haya guatemaltecos que piensen que la justicia va en contra de la paz y es la continuación de la guerra.
Que finalmente en mi país se juzgue a quienes violaron las leyes, para supuestamente defender a la nación, no me avergüenza. Para mí ello es motivo de orgullo.
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A mí también me avergüenzan los hechos que señalas. Me avergüenzan los genocidas que niegan las atrocidades cometidas por ellos. Me avergüenza tener un presidente genocida él mismo. Me avergüenza tener un presidente torturador él mismo, aunque hoy lo niegue. También me avergüenza el hambre ancestral de mi pueblo, los niños huérfanos de guerra, desamparados y desatendidos.La podredumbre del estado también me averguenza, como me avergüenzan la impunidad y la inmunidad para asesinos.
ResponderBorraralenka bermúdez mallol
Sí que vergüenza!!, decir también que en Guatemala con la firma de los Acuerdos de Paz terminó la violencia política, es mentira. Una que acaso sólo pueden sostener quienes no son reprimidos o criminalizados cuando emiten sus opiniones. Que vergüenza argumentar que el genocidio es una fabricación jurídica para luego decir que condenar al genocida dividirá Guatemala. Y qué arrogancia y falta de tacto querer ponerse en el lugar de los deudos de las víctimas interpretando irresponsablemente sus anhelos. Guatemala ha estado dividida y continúa dividida porque perduran las exclusiones, el racismo y la discriminación, y porque las injusticias permanecen, se viven cotidianamente, independientemente de la firma los Acuerdos de Paz. Qué vergüenza!!. Ahí está en el banquillo de los acusados la muestra: un hombre que fue electo diputado varias veces siendo, junto a otros, uno de los principales responsables de esas atrocidades inimaginables, cometidas por enfermos movidos por el odio y desprecio hacia aquellos que no comparten su visión del mundo. Qué vergüenza!!. Mara Polanco
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