Caso ilustrativo No. 109
Desaparición forzada
de miembros del Sindicato Azucarero del Ingenio Pantaleón
“Nadie
quiso aceptar los cargos de los desaparecidos y los que quedaban en el
sindicato renunciaron”.
I. ANTECEDENTES
Entre 1974 y 1980
creció el movimiento sindical en la Costa Sur de Guatemala. En la huelga cañera
de 1980 se reflejó la capacidad organizativa de los sindicatos, que se aliaron
para mejorar las condiciones laborales y sociales de los trabajadores. Eran
años en que el Estado consideraba como “subversivos” a los sindicatos.
En consecuencia, se procuró eliminarlos, de tal forma que sus líderes fueron
perseguidos e incluso desaparecidos. El resultado final fue la disolución de
los sindicatos en la zona. Uno de los sindicatos que jugó un rol importante en
las reivindicaciones obreras fue el del ingenio Pantaleón. El presente caso es
parte de su historia.
El ingenio azucarero
Pantaleón fue el más grande de Guatemala.
A mediados de los setenta laboraban en sus fincas tres tipos de
trabajadores: los rancheros o trabajadores permanentes, que vivían en las
fincas; los trabajadores voluntarios, que tenían carácter temporal en la
región; y los cuadrilleros, que eran trabajadores del Altiplano indígena que
bajaban a la Costa contratados por los intermediarios. Las condiciones laborales
de unos y otros diferían. Los rancheros tenían un lugar permanente donde vivir,
ganaban un jornal durante todo el año, tenían vacaciones pagadas, seguro social
y aguinaldo. Los voluntarios y cuadrilleros no tenían ningún beneficio laboral,
trabajaban sólo cuatro o cinco meses y luego se trasladaban de finca en finca
buscando trabajo. A un voluntario se le podía despedir con facilidad o no
volverlo a contratar. Por esta razón, a los finqueros les convenía disminuir el
número de rancheros.
El Sindicato de Trabajadores
Azucareros del Ingenio Pantaleón existía desde el tiempo de Arbenz. Con la
llegada al poder de Castillo Armas, los líderes fueron perseguidos, algunos
detenidos y torturados. El sindicato dejó de funcionar por un período de
tiempo, pero luego se reorganizó. En 1980, de los 500 rancheros que trabajaban
para el ingenio, 318 estaban afiliados al sindicato.
En la década de los
setenta el sindicato formaba parte de la Central Nacional de Trabajadores (CNT)
y fue uno de los grupos fundadores de la Federación de Trabajadores Unidos de
la Industria Azucarera (FETULIA). La CNT y FETULIA, con sus sindicatos de base
y otras organizaciones, como el Comité de Unidad Campesina (CUC), formaban
parte del Comité Nacional de Unidad Sindical (CNUS). La FETULIA integraba a
todos los sindicatos de los ingenios azucareros de Escuintla, Santa Lucía
Cotzumalguapa, y Palo Gordo en Suchitepéquez. A finales de los setenta estas
instancias unitarias coordinaban las medidas orientadas a reivindicar derechos
laborales de los trabajadores de la Costa Sur. Los trabajadores demandaban
alzas salariales, prestaciones sociales según marcaba la ley y mejores
condiciones generales de trabajo.
Como contrapartida,
los finqueros y empresarios se negaban a atender los reclamos de los trabajadores,
pretendían desalojar a los rancheros de sus viviendas en las fincas y acusaban
a la organización sindical de pertenecer a la guerrilla.
Los sacerdotes de la
Congregación del Inmaculado Corazón de María y el obispo de Escuintla
mencionaban con frecuencia en sus homilías las condiciones infrahumanas de vida
y de trabajo a las que eran sometidos los trabajadores agrícolas, en particular
los cuadrilleros indígenas. Por sus denuncias, muchos sacerdotes fueron
víctimas de la represión estatal.
El Sindicato del
Ingenio Pantaleón venía desarrollando medidas de presión sindical desde
principios de los años setenta. En 1976 el intento de suscribir un pacto
colectivo de trabajo, derivó en una huelga. Este conflicto, en cuya evolución
el sindicato contó con la asesoría del licenciado Mario López Larrave, tuvo resultados negativos para los
trabajadores, debido a las maniobras legales de la empresa y el respaldo que
ésta encontró en el Ministerio de Trabajo. En 1977 los trabajadores del ingenio Pantaleón, junto con
otros de la Costa Sur, apoyaron la marcha de los mineros de Ixtahuacán.
A
finales de los setenta se editaba un periódico sindical que se llamaba Zafra y
se distribuía en los cañaverales llamando a los trabajadores temporales a
organizarse.
La gran huelga
cañera de febrero y marzo de 1980 unió
a más de 70 mil trabajadores de la Costa Sur y casi todos los ingenios fueron
ocupados. El sindicato del ingenio Pantaleón fue uno de los puntos donde los
trabajadores se concentraron. En el transcurso de los hechos, un trabajador
voluntario murió en la puerta del ingenio, por un disparo de un agente de la
Policía Militar Ambulante (PMA). Como
resultado de la huelga se logró el aumento del jornal a 3.20 quetzales.
El sindicato convocó
también una huelga para lograr la dimisión del administrador del ingenio
Pantaleón, que era un reconocido antisindicalista. Para lograr dicho objetivo, los trabajadores paralizaron
el ingenio e hicieron una caminata al edificio central ubicado en las
instalaciones del ingenio.
Muchos finqueros
pagaban por el servicio de la Policía Militar Ambulante, que resguardaba la
seguridad de las empresas. Además, en varios ingenios, incluido Pantaleón,
existía seguridad privada. Uno de los fines que planteaba la presencia de los
agentes de seguridad era controlar los movimientos de los trabajadores, en
particular los afiliados al sindicato. Los jefes de seguridad eran comúnmente
miembros retirados del Ejército. En el caso del ingenio Pantaleón, el jefe de
seguridad cuando ocurrieron los hechos, era el capitán del Ejército Leonel
Nájera, quien tenía vínculos cercanos con la zona militar de Santa Lucía
Cotzumalguapa. Un declarante ante la CEH afirma que miembros de esta zona
militar “entraban a la finca a traer gasolina que la empresa le regalaba”. Dentro de la finca existían, además,
comisionados militares que cumplían el rol de “orejas”. Algunos
declarantes ante la CEH afirman que en Pantaleón existía una cárcel
clandestina.
En los años setenta
el sindicato consiguió varias mejoras para los rancheros: medicinas pagadas,
atención médica, ración (una entrega mensual de 20 libras de azúcar, 20 libras
de maíz, dos libras de frijol, sal y cal) y útiles escolares.
La
estrategia patronal en relación con los sindicatos varió con el paso del
tiempo. En un primer momento, tuvo como objetivo debilitar a los sindicatos,
utilizando para ello una variedad de métodos: ofertas de trabajo a los hijos de
los afiliados a cambio de que éstos se retiraran del sindicato, ofrecimiento de
premios a los que renunciaran al mismo. Se menciona, por ejemplo, que se
prometían casas bajo la condición de renunciar al sindicato.
En un segundo
momento, la política patronal promovió la represión sistemática de los líderes
sindicales y de sus organizaciones. Los patronos acusaban a los sindicalistas
de tener vínculos con la guerrilla. Las negociaciones colectivas se hicieron
largas y dificultosas, mientras que los líderes sindicales desaparecían. Los sindicatos dejaron de ser
representativos y los pocos líderes que quedaban tenían miedo. Los rancheros
eran cada vez menos. Un ex ranchero cuenta que “uno de los ejes principales
del conflicto era que la patronal quería sacar afuera del ingenio a los
rancheros. La empresa decía que quería ampliar la cosecha y necesitaba el lugar
que ocupaban los rancheros”.
Por otra parte, en
las patronales se elaboraron listas que contenían los nombres de las personas
que los finqueros consideraban conflictivas y se daba aviso a otras fincas para
evitar que se les diera trabajo.
El
sindicato de Pantaleón fue uno de los últimos que sobrevivió a la ofensiva
patronal.
II. LOS HECHOS
En 1983 el sindicato
contaba con apenas 35 afiliados y sólo cinco personas ocupaban cargos en la
Comisión Directiva. Nadie quería cubrir las vacantes y los que desempeñaban los
cargos rotaban entre ellos, al objeto de poder mantener el sindicato. Las
amenazas contra sus vidas eran constantes, derivadas de la acusación de tener
vinculaciones con la guerrilla. Además, se sospechaba que en el sindicato había
un miembro infiltrado, contratado por la empresa para que pasara información a
los finqueros.
El 12 de noviembre
de 1983, en ciudad de Guatemala, hombres armados vestidos de civil que se
desplazaban en vehículos sin identificación y con vidrios polarizados,
detuvieron a José Julio Cermeño Reyes, asesor del sindicato del ingenio
Pantaleón y miembro de la comisión de organización de la CNT, cuando se dirigía
al encuentro de la comisión directiva del sindicato. Hasta la fecha se
desconoce su paradero.
El 27 de
noviembre de 1983, hacia las seis de la mañana, José Luis López Bran y Miguel
Angel Gómez, integrantes de la última comisión directiva del Sindicato de
Trabajadores Azucareros del Ingenio Pantaleón, se aprestaban a tomar un autobús
para ir a una reunión sindical, cuando fueron interceptados a las puertas del
mismo ingenio por personas que ocupaban vehículos con vidrios polarizados. Los
agresores, vestidos de civil y portando armas, encañonaron a los sindicalistas
y los introdujeron en los automóviles. Luego, partieron con rumbo desconocido
sin que hasta hoy se conozca la suerte corrida por las víctimas del secuestro.
La noticia de lo
acontecido se difundió con rapidez por las instalaciones del ingenio, llegando
a la “ranchería”, donde vivían las víctimas con sus familias. Los
familiares trataron de obtener información sobre el paradero de sus seres
queridos, pero resultó en vano. Días después, miembros del Ejército registraron
la casa de un familiar de las víctimas.
Miembros del
sindicato realizaron gestiones ante el Ministerio de Trabajo, el Ministerio de
la Defensa y la Policía Nacional de Santa Lucía Cotzumalguapa, pero nadie les
dio explicación ni pista alguna.
Luego
de las desapariciones se realizó una asamblea con los sindicalistas que
permanecían activos llegándose al acuerdo de que el resto de la comisión
directiva debía abandonar el ingenio, porque existía el riesgo de que corriera
idéntico destino.
III. DESPUÉS DE LOS
HECHOS
En 1983 todos los
sindicatos azucareros de base fueron descabezados.
El 2 de febrero de
1984 otro asesor del sindicato del ingenio Pantaleón resulta víctima de
secuestro. Lo capturan en la zona 1 de la capital, cuando iba a reunirse con
miembros de la CNT. Lo torturan durante 17 días, en un lugar que la víctima
identifica como “un cuartel militar, porque oía los cantos de los soldados
por las mañanas, mientras corrían”.
Es liberado, al parecer, por la intercesión de influyentes amigos
de sus familiares. La víctima afirma que los verdugos tenían información sobre
la estructura de la CNT y sobre todos sus miembros, dentro y fuera del país.
Mientras era torturado con “toques eléctricos”, uno de los torturadores
le preguntó: “¿Vos lo conocías a Julio Cermeño? Ese se murió, no aguantó”.
Todos
los afiliados del sindicato se retiraron o fueron despedidos del ingenio en
marzo de 1984. La justicia laboral no protegió a los trabajadores y favoreció a
los empresarios:
“Después del
secuestro hubo entre 15 y 20 despidos … [hubo] juicio
de reinstalación, los despedidos
eran los que todavía participaban de las asambleas y las reuniones sindicales.
En casi todos los cuatro juzgados del trabajo hay expedientes de demandas
presentadas a la empresa en esos años. Nunca se reinstalaron los trabajadores,
la empresa siempre argumentaba que no reinstalaba porque estaba en quiebra. El
juzgado inmediatamente resolvía la quiebra a favor de la empresa y ya era caso
cerrado, era una nueva empresa y ya no había nada que reclamar … para resolver
una personalidad jurídica del sindicato se tardaban años, pero la empresa podía
cambiar de razón social sin ningún problema”.
La
patronal estableció el “solidarismo” como forma de organización de los
trabajadores afines a la empresa, ofreciéndoles beneficios sociales y mejores
condiciones laborales, a cambio de que no volvieran a formar sindicatos.
IV. CONCLUSIONES
Reunidos los
antecedentes del caso, la CEH adquirió la presunción fundada de que los líderes
y asesores sindicales del Ingenio Pantaleón fueron detenidos y luego
desaparecidos por agentes de seguridad del Estado o por particulares que
actuaron con su tolerancia o connivencia, violando así gravemente los derechos
humanos de las víctimas.
Esta conclusión se
refuerza por la consideración de los vínculos que el sector patronal mantenía
con las fuerzas de seguridad, en especial la PMA y su colaboración con la
política estatal de desarticulación del movimiento sindical que incluyó la
eliminación de muchos de sus líderes.
Además, la CEH
considera las acusaciones que identificaban a los sindicalistas con la
guerrilla y el contexto general en que se desenvolvía la actividad sindical.
En este caso el
Estado de Guatemala incumplió, además, el deber de garantizar a las víctimas y
a los demás miembros del sindicato del Ingenio Pantaleón, el derecho de
asociación.
Del mismo modo, el
Estado de Guatemala, en este caso, infringió su deber de investigar y sancionar
esta grave violación a los derechos humanos. Por último, la CEH considera que
este caso ilustra la represión desatada contra el movimiento sindical en los
ingenios azucareros de la Costa Sur.
Fuente: CEH, Guatemala memoria del silencio.
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