Caso ilustrativo No. 2
Masacre de Seguachil
Chisec, Alta Verapaz
“…Llegué y fui a ver
a los muertos, que estaban allí todos pálidos, vi a los niños muertos que
estaban tirados con la cara pelada, porque ya tenían tres días…”
“Decían que todos
eran guerrilleros, que a todos iban a matar, a las mujeres, a los niños,
terminar con toda la comunidad; ahora se tienen que acabar todos, decía el
capitán u oficial; saber que era”.
I. ANTECEDENTES
Seguachil es uno de
los caseríos del municipio de Chisec, ubicado al norte del departamento de Alta
Verapaz, a una distancia de 75 kilómetros de Cobán, la cabecera departamental.
La mayoría de la población de Seguachil es de origen maya q’eqchi’, y su
principal vía de comunicación es un camino de brecha. La tierra donde esta
asentado Seguachil era un terreno baldío. Después “… nos enteramos que era
parte de una finca, porque después delimitaron el terreno”. El dueño de la finca obligó a las
familias a trabajar para él. En
1987 el propietario de la finca vendió a la comunidad las 15 caballerías de
tierra, que se convirtieron en propiedad comunal.
En la región
familias enteras vivían como mozos colonos en las grandes fincas, recibiendo
salarios bajos, a cambio de permitirles cultivar, principalmente granos
básicos, cuyo producto casi siempre dividían con los grandes propietarios.
Otras familias se incorporaban a trabajos temporales en tiempos de cosecha.
El 6 de enero de 1976, en la aldea
Semococh, cercana a Seguachil, varios guardias de Hacienda dieron muerte a
cuatro campesinos y uno más resultó herido. Esto sucedió como “consecuencia
de un conflicto de tierras que existía con campesinos de la cooperativa
Semoxán. De este hecho tuvo conocimiento rápido la Municipalidad de Chisec y
señalan las fuentes que al día siguiente llegaron a la comunidad de Semococh 30
soldados de Cobán, quienes enterraron a los muertos y se llevaron al herido al
hospital de Cobán. [Este hecho] tuvo como consecuencia un ‘malestar muy
grande’ entre la población, que exigía ‘que se castigara a los culpables”.
A principios de los
años ochenta, llegaron a la región los primeros miembros del Ejército
Guerrillero de los Pobres (EGP), y reivindicaban el derecho al acceso de los
campesinos pobres a las tierras ricas y fértiles, propiedad de los finqueros.
Esto facilitó el desarrollo acelerado del movimiento guerrillero en un plano
organizativo.
II. LOS HECHOS
El 19 de noviembre
de 1981, alrededor de la cinco de la mañana, llegaron a Seguachil decenas de
soldados procedentes de la zona militar de Cobán, destacados temporalmente en
la cabecera municipal de Chisec.
Los pobladores del
lugar, al percatarse de la llegada de los soldados, trataron de huir hacia las
montañas cercanas. Sin embargo, no lograron escapar, “intentaron huir, pero
no se podía por los mismos niños, porque estaban gritando y llorando, y por eso
las oyeron y no pudieron huir”. Según
otra versión, miembros de la guerrilla previnieron a la población sobre la
llegada del Ejército. “…Sólo los hombres nos fuimos y dejamos a las mujeres
y a los niños porque pensábamos que no iba a pasar nada…”
Al llegar a la aldea
el oficial ordenó a los soldados que fueran a traer a las mujeres y que las
reunieran en el campo de fútbol. “… Llegaron los soldados a cada casa a
registrar, juntaron a las mujeres. Preguntaron por los hombres…” Allí violaron a las mujeres. Más
tarde, las mujeres y los niños fueron trasladados a una de las casas más
grandes de la comunidad, donde volvieron a violar a las mujeres: “…Venían
las señoras golpeándolas y pateándolas, a las jóvenes las comenzaron a violar,
había gente que venía del pueblo [Chisec], las agarraban y las juntaban
en una casa. Los soldados llegaron a las casas y violaron a las mujeres en las
casas y las patojas en el monte. Cerca de la Iglesia violaron también …” Las interrogaron sobre el paradero
de sus esposos y de las actividades que éstos realizaban. “…Las mujeres
decían que nosotros nos fuimos a trabajar, a buscar cardamomo…”
Previamente, los
soldados obligaron a las mujeres a cocinar para la tropa. “…Antes de todo
juntaron a todas las mujeres y las pusieron a cocinar el maíz, que prepararan
comida. Agarraron y cocinaron gallinas, tortiaron…”
Después de
interrogar y violar a las mujeres, los soldados quemaron todas las casas del
lugar, excepto aquella donde habían concentrado a las víctimas.
Alrededor de las
once de la mañana, ejecutaron a las mujeres y a los niños:
“…Primero le
dispararon, las mataron, y cuando estaban muertos todos quemaron la casa … y
luego se fueron…”
Otras seis personas
fueron ejecutadas en un lugar distinto. “…Las mataron en dos lugares, un
lugar fue donde mataron a mi esposa y mis hijos, [allí] mataron a seis
personas, en un lugar abajo. No sé realmente cómo las mataron, pero lo que sí
se oía era la lluvia de disparos, una nube de disparos. Los niños gritaban. Las
señoras lloraban a gritos …”
Antes de ejecutar a
las víctimas los soldados capturaron a dos hombres y los torturaron para que
dieran información sobre la guerrilla: “… Me llevaron arrastrando como un
perro, y cuando me caía me pateaban y me decían: ‘levántate hijo de la gran
puta’, me arrastraban como arrastran un palo, yo estaba lleno de lodo, y de
allí llegamos a la iglesia y me arrodillaron frente a los santos, y me decían,
aquí tiene que decir tus pecados …”
Uno de los dos capturados fue testigo presencial de la ejecución
de las víctimas. Se presume que el otro dio información sobre dónde se
encontraban los demás habitantes, a quienes acusó de guerrilleros.
Cuando terminaron la
matanza llamaron por radio y comunicaron que “habían agarrado a los
guerrilleros y que yo era un guerrillero … Estaban llamando a los aviones … Ya
matamos a los guerrilleros, matamos a 46 guerrilleros”.
El mismo día de la
masacre un contingente de soldados se dedicó a buscar a los hombres y a las
mujeres que habían huido, “les dieron alcance y las mataron allá en la
montaña que se llama Cataltzul, allí murieron mujeres, eran tres que
encontraron y mataron”. Asimismo,
dos helicópteros bombardearon la región.
La CEH
estableció que el día de la masacre fueron ejecutadas 47 personas, en su
mayoría mujeres y niños.
III. DESPUÉS
Tres días después de
ocurridos los hechos, algunos sobrevivientes volvieron a Seguachil y
encontraron su comunidad totalmente destruida. “…Llegué y fui a ver a los
muertos, que estaban allí todos pálidos, vi a los niños muertos que estaban
tirados con la cara pelada…” Procedieron
de inmediato a enterrar a las víctimas: “…Las mujeres fueron enterradas a la
orilla del campo, sólo enterramos los huesos, porque sólo habían huesos … Pero
donde fue quemado el grupo de mujeres, allí mismo las enterramos, que eran la
mayoría y al otro lado del campo, cerca había milpa, entonces allí enterramos
otros”.
A continuación se
refugiaron en la montaña y sobrevivieron a las condiciones hostiles provocadas
por el desplazamiento forzado. Después de un año regresaron y fueron obligados
por el Ejército a vivir en el Polo de Desarrollo de Chisec. Allí permanecieron durante varios
meses hasta que los militares les autorizaron que se trasladaran a distintos
lugares, para que se integraran en nuevas formas de vida. Algunos de ellos
regresaron a Seguachil y otros fueron reasentados en nuevas comunidades, como
Canaán y El Esfuerzo, ésta última también habitada por gentes de Cobán,
Purulhá, Las Conchas, Alta Verapaz; Uspantán y Quiché.
En 1995, 14 años
después, el hecho fue denunciado a la Procuraduría de los Derechos Humanos
(PDH), que lo hizo del conocimiento del Ministerio Público y se emprendió un
proceso judicial ante el Juzgado de Instancia de Alta Verapaz, identificado con
el número 0924964º. Tras tomar las declaraciones de varios testigos, se
solicitó y autorizó una exhumación, realizada por el Equipo de Antropología
Forense de Guatemala entre el 26 y el 31 de agosto de 1996. En el informe
forense consta el hallazgo, en una fosa, de “nueve cráneos en mal estado de
preservación, huesos largos, y parte de otros huesos, los que se encontraban no
articulados. Así como prendas de vestir y artefactos metálicos como cadenas,
ganchos y aretes. Se recuperó un casquillo asociado [a uno de los
cráneos]”. Posteriormente,
el Ministerio Público autorizó que los restos fueran entregados a la comunidad
ante la imposibilidad de identificarlos. A partir de entonces, no se ha
efectuado una actuación procesal que conduzca a la identificación y sanción de
los responsables.
IV. CONCLUSIONES
La CEH, analizados
los antecedentes del caso, ha llegado a la convicción de que el 19 de noviembre
de 1981, en la aldea Seguachil, municipio de Chisec, departamento de Alta
Verapaz, efectivos del Ejército de Guatemala ejecutaron a 47 personas
indefensas, entre ellas niños y niños por nacer. La mayoría de las mujeres
ejecutadas fueron violadas sexualmente con anterioridad, con lo cual se
conculcó no sólo el derecho a la vida, sino también el derecho a la integridad
física y moral de las víctimas.
La CEH considera,
asimismo, que los soldados efectuaron actos de extrema crueldad y sevicia, cuya
ejecución era innecesaria, incluso, para cumplir el sólo objetivo criminal de
exterminar físicamente a las víctimas.
Por otro lado, la
CEH considera que este caso es ilustrativo de la aplicación, en el departamento
de Alta Verapaz, de operaciones militares concebidas para el aniquilamiento de
la población civil indefensa que simpatizaba o colaboraba con la guerrilla.
Sin embargo, la
colaboración que la población pudo haber prestado a la guerrilla no otorga, a
juicio de la CEH, ningún tipo de justificación jurídica o ética a este
gravísimo crimen.
De igual forma, la
CEH considera que el Estado ha incumplido, en el presente caso, con su
obligación de investigar el hecho y sancionar a los responsables, atentando
contra el derecho a la justicia de las víctimas y sus familiares.
Finalmente,
la CEH estima que este caso ilustra la dificultad, en las exhumaciones, para
identificar a las víctimas, debido a que los cadáveres fueron quemados o
comidos por los animales; y ejemplifica, además, la problemática del duelo
suspendido y las dificultades para obtener el reconocimiento legal y moral de
la muerte de parientes y vecinos.
LISTADO DE LAS VÍCTIMAS
Ejecución arbitraria
Manuela
Cuc Coc
Manuela
Pop
Marcela
Caal Pop
Margarita
Coc
María
Coc
María
Coc Pop
María
Coc Tiu
Mateo
Pop
Pedro
Xe
Petrona
Cac Pop
Petrona
Cucul
Rigoberto
Meléndez Coc
Romelia
Meléndez Coc
Rosario
Che
Rosario
Coc
Rosario
Coc
Santos
Coc
Santos
Tiu Huc
Sebastián
Quib
Sebastiana
Chub
Serapia
Coc Pop
Sofia
Coc
Sofia
Juárez
Victoria
Coc Chub
Wilmer
Meléndez Coc
Torturas, privación de libertad
Pedro
Coc
Otras violaciones, herido en atentado
Andrés
Coc Tiu
Víctimas colectivas/desconocidas: 5
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