Trabajadores, campesinos, patriotas,
amigos míos; Pueblo de Guatemala:
Guatemala
está pasando por una prueba muy dura.
Desde
hace quince días se ha desatado una guerra cruel contra Guatemala, de la cual
aparentemente no hay ningún gobierno responsable. Esto no quiere decir que no
sepamos quién ha desatado la agresión contra nuestra querida patria.
La
United Fruit Company, los monopolios norteamericanos, en connivencia con los
círculos gobernantes de Norteamérica, son los responsables de lo que nos está
ocurriendo.
Aviadores
norteamericanos y mercenarios de distintas nacionalidades, reclutados por
exiliados guatemaltecos en el extranjero, han desencadenado el fuego y la
muerte, sin respetar nada, ni vidas inocentes, ni bienes de otros países.
Todos
sabemos cómo han bombardeado y ametrallado ciudades, inmolado mujeres, niños,
ancianos y elementos civiles indefensos. Todos conocemos la saña con que han
asesinado a los representantes de los trabajadores y de los campesinos en las
poblaciones que han ocupado, especialmente en Bananera, donde hicieron una
expedición punitiva contra los representantes de los trabajadores. Lo de
bananera fue un acto de venganza de la Frutera.
Nos hemos indignado
ante los ataques cobardes de los aviadores mercenarios norteamericanos que
sabiendo que Guatemala no cuenta con una fuerza aérea adecuada para
rechazarlos, han tratado de sembrar el pánico en todo el país, han ametrallado
y bombardeado a las fuerzas armadas que combaten en el oriente de la República,
impidiendo sus operaciones, y hoy mismo han bombardeado y hundido un barco
mercante inglés que cargaba algodón en el Puerto de San José.
¿En
nombre de qué hacen estas barbaridades? ¿Cuál es su bandera? Todos la conocemos
bien. Han tomado de pretexto al comunismo. La verdad es muy otra. La verdad hay
que buscarla en los intereses financieros de la Compañía Frutera y en los de
los otros monopolios norteamericanos que han invertido grandes capitales en
América Latina temiendo que el ejemplo de Guatemala se propague a los hermanos países
latinoamericanos.
El
tiempo se encargará de demostrar que lo que ahora digo es verdad. Sin embargo,
ellos se aferran a sostener que el comunismo internacional es el causante de lo
que ocurre en Guatemala, y en nombre de ello es que tratan de ensangrentar aún
más al país y de destruir nuestra economía.
Como
mi gobierno ha sido acusado de ser de naturaleza comunista, sin que hayamos
podido desvanecer que no lo es, aún cuando hemos empleado todos los medios para
convencer a los elementos reaccionarios del mundo de que lo sostenido por los
círculos gobernantes norteamericanos es una patraña, y como esos círculos harán
más despiadada la agresión contra Guatemala, he tomado una dolorosa y cruel
determinación: después de meditarlo con una clara consciencia revolucionaria,
he tomado una decisión de gran trascendencia para nuestra patria, en la
esperanza de detener la agresión y devolverle la paz a Guatemala. He
determinado abandonar el poder y poner el mando del Ejecutivo de la nación en
manos de mi amigo el coronel Carlos Enrique Díaz, Jefe de las Fuerzas Armadas
de la República.
Yo
he depositado mi confianza en el coronel Díaz, porque estoy seguro que él sabrá
garantizar la democracia en Guatemala y de que todas las conquistas sociales de
nuestro pueblo serán mantenidas. Es por ello que creo que las organizaciones
políticas democráticas y todas las organizaciones populares deben prestarle su
respaldo y apoyo. Así os lo pido en mi último acto como gobernante de
Guatemala.
Yo
fui electo popular y mayoritariamente por el pueblo de Guatemala, pero he
tenido que luchar en condiciones difíciles. La verdad es que la soberanía de un
pueblo no se mantiene si no tiene los elementos materiales para defenderla.
Luchamos
hasta donde las condiciones lo permitieron, hasta un punto en que de ir más
allá se perdería todo lo que hemos ganado desde 1944.
Al
tomar esta actitud no pienso más que en el pueblo, y por ello he creído de mi
deber contribuir hasta el último instante a salvar mucho de lo que conquistamos
en los pasados años revolucionarios.
La
situación militar del país no es difícil ni mucho menos. El enemigo que comanda
las bandas mercenarias extranjeras reclutadas por Castillo Armas no sólo es
débil sino que es incapaz y cobarde. Lo hemos comprobado en los pocos combates
que libramos. El enemigo logró avanzar y tomar el departamento de Chiquimula
exclusivamente por los ataques de la aviación mercenaria. Estimo que nuestras
fuerzas armadas no encontrarán mayor dificultad en derrotarlo y arrojarlo del
país.
Me
hice cargo de la presidencia de la República con gran fe en el régimen
democrático, en la libertad y en que es posible conquistar la independencia
económica de Guatemala. Mi programa se limitaba a obtener esos objetivos. Sigo
creyendo que ese programa es justo. No se ha quebrantado mi fe en las
libertades democráticas, en la independencia de Guatemala, y en todo lo bueno
que impulsa a la Humanidad hacia el futuro.
Algún
día serán vencidas las fuerzas oscurantistas que hoy oprimen al mundo atrasado
y colonial. Seguiré siendo, a pesar de todo, un combatiente de la libertad y el
progreso de mi patria.
Os
digo adiós, amigos míos, con amargo dolor, pero manteniendo firmes mis
convicciones. Guardad lo que tanto ha costado. Diez años de lucha, de lágrimas,
de sacrificios y de conquistas democráticas son muchos años como para
contradecir a la Historia.
No
me han acorralado los argumentos del enemigo, sino los medios materiales con
que cuenta para la destrucción de Guatemala.
Yo
os hablé siempre de que lucharíamos costase lo que costase, pero ese costo
desde luego no incluye la destrucción de nuestro país y la entrega de nuestras
riquezas al extranjero. Y eso podría ocurrir si no eliminamos el pretexto que
ha enarbolado nuestro poderoso enemigo.
Un
gobierno distinto al mío, pero inspirado siempre en la Revolución de Octubre,
es preferible a 20 años de tiranía fascista sangrienta bajo el poder de las
bandas que ha traído Castillo Armas al país.
No
me resta sino agradecer profundamente la colaboración que me han prestado
tantos buenos servidores de la nación. Los ministros de Estado y los funcionarios
y empleados públicos, en particular los servicios de la Guardia Civil y del
Ejército.
Desde
el fondo de mi corazón agradezco el respaldo y el apoyo del Partido Acción
Revolucionaria, del Partido de la Revolución Guatemalteca, del Partido
Renovación Nacional, del Partido Guatemalteco del Trabajo, y de las
organizaciones populares que, como la Confederación General de Trabajadores y
la Confederación Nacional Campesina, han defendido con tanta decisión los
anhelos del pueblo de Guatemala.
Quizá
piensen muchos que estoy cometiendo un error. En lo profundo de mi consciencia
no lo creo así. Solamente un juicio histórico posterior sabrá determinarlo.
Deseo
que se mantengan las conquistas populares de Octubre, que se restablezca la paz
una vez hayan sido expulsados del país los invasores y que tenga éxito la
gestión del gobierno que organiza el coronel Carlos Enrique Díaz.
Con
la satisfacción de quien cree que ha cumplido con su deber, con fe en el
porvenir, yo digo: ¡Viva la Revolución de Octubre! ¡Viva Guatemala!
*La editorial Catafixia acaba de lanzar, en una impecable
edición, el libro “Árbenz: tres discursos desde una Guatemala inconclusa”, para
conmemorar el centenario del nacimiento del expresidente revolucionario.