Ahora que ya tomaron posesión los
diputados, los nuevos y los viejos, es momento de sugerirles cosas puntuales.
Todos dicen estar en contra de la corrupción. Todos dicen haber llegado a donde
están por su deseo de servir “al pueblo” o “al país” y no para enriquecerse.
Pero pocos o ninguno han dado a conocer su patrimonio, lo cual nos permitiría
ver que tanto han mejorado económicamente durante su gestión. Y que tanto
depende de su salario o de ingresos inexplicables.
Otto Pérez Molina siguió haciendo
campaña electoral una vez que tomó posesión; lo mismo hizo su cría en la
alcaldía de Mixco: vistió edificios, pickups, motos, etc. con los colores del
partido patriota (sí, con minúsculas, como debe de ser). Antes de ellos, quien
un oscuro abogado convertido en Procurador de Derechos Humanos hizo uso de los
recursos públicos para promocionar su hermosa figura física en los traseros de
las camionetas, sin ningún éxito político para él. El desconocido ex presidente
del Banco de Guatemala usó el dinero público para promocionarse en traseros de
camioneta y prensa impresa, meses después terminó de candidato a vicepresidente
con Manuel Baldizón.
Alcaldes, diputados, ministros,
viceministros no pierden oportunidad para con recursos públicos continuar
haciendo propaganda política. Cada presidente que llega se apropia del país y
en lugar de tener Gobierno de Guatemala tenemos Gobierno de Oscar Berger o
Gobierno de Alvaro Colom. Y lo mismo sucede en el ámbito municipal.
Si realmente queremos que Guatemala
empiece a desterrar la corrupción se debe prohibir que los funcionarios
públicos pongan su nombre en edificios o vehículos públicos y que hagan uso de
dinero público para hacer lucir su nombre en medios de comunicación. Esperemos
que algún diputado honrado se interese por esta propuesta y la impulse para que
pronto el Congreso de la República la convierta en ley.
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