Jaime Barrios Carrillo
buzon21@sigloxxi.com
“Debemos hacer esfuerzos por convertir la lectura en un tema de la agenda nacional de desarrollo”.
Decía el viejo sabio llamado Cicerón: “Un hogar sin libros es como un cuerpo sin alma”. Y podría agregarse que un país sin lectores va la deriva en el mar de la ignorancia. Guatemala no debe ser un país desalmado.
La absurda condena del editor Raúl Figueroa Sarti, vino a causar indignación en círculos culturales del país; sumando el desprestigio de Guatemala en el extranjero, donde figuras mundiales como José Saramago, Noam Chomski y Ariel Dorfman, exigen justicia para Raúl Figueroa Sarti y que se inves-tigue y se diriman responsabilidades a los funcionarios corruptos implicados en este caso. Pero quiero hacer un paréntesis en la cuestión judicial, para resaltar en cambio la importancia del aporte de Figueroa Sarti a la cultura nacional. Él, junto a otros notables editores guatemaltecos, ha impulsado el concepto/meta de “hacia un país de lectores”.
Comencemos afirmando que la falta de lectura no es sólo parte del subdesarrollo, sino una de sus causas. La deficiencia de lectura en Guatemala, vista de esta manera, impide el mismo desarrollo del país. Y no sólo por el analfabetismo, sino por los analfabetos funcionales, es decir, aquellas perso-nas que sabiendo leer no leen.
La lectura debe inculcarse desde la infancia. La Asociación Internacional para la lectura (IRA), con-sidera que los libros son indispensables no solamente para el desarrollo integral de la persona, sino confirma que es necesaria para el progreso de toda nación.
En Guatemala, el Estado a pesar de una vieja ley de Fomento Nacional del Libro no brinda un apoyo efectivo. Incluso en el aspecto fiscal existe una situación desfavorable. El libro debe ser liberado de cargas fiscales, mientras que está bien que el alcohol y el tabaco las tengan.
Otro problema es el acceso a los libros, no sólo por los precios sino por las deficiencias estructurales. “El sistema de bibliotecas del país es de los peores de Latinoamérica”, me decía hace años Peter Landelius, entonces embajador de Suecia. Estamos atrasados con las bibliotecas y con los sistemas de préstamos. A nivel comunitario debería impulsarse una política de desarrollo inmediato de las bibliotecas municipales. Porque aunque exista una legislación que delimita responsabilidades, las municipalidades brillan por su incapacidad en el campo bibliotecario. No existe, además, una red nacional de bibliotecas que favorezcan las consultas de libros y otros materiales didácticos. En otros países latinamericanos existen, por ejemplo, los buses/bibliotecas.
Sin embargo, paso a paso, página a página, el país construye su industria editorial, la cual busca ampliar sus lectores. Raúl Figueroa Sarti decía en una oportunidad: “La producción de libros está atravesando por un momento de mucho crecimiento. Entre 2003 y 2007, la cantidad de títulos registrados en la Agencia Nacional de ISBN pasó de 379 a ,.216. Debemos hacer esfuerzos por convertir el libro y la lectura en un tema de la agenda nacional de desarrollo”.
Publicado en "Siglo XXI", 23 de agosto de 2009: http://www.sigloxxi.com/opinion/6441
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