Sam Colop
Estimado lector, disculpe la impertinencia, pero no me puedo quedar con esto. La semana pasada fui a la extensión de la Universidad Rafael Landívar en San Juan Chamelco, y tal vez lo más interesante fue la compañía de mi señor padre que, a sus casi 80 años, se le ocurre subirse al quiosco del parque central de Cobán a eso de las 10 de la noche. Ese quiosco no tiene baranda, y cualquiera se puede venir abajo. La luna estaba rebosante, y la amiga que nos recibió dijo: “No solo ustedes en Xela tienen una luna así”. Afortunadamente, mi sobrina y mi cuñada lo fueron ayudar para bajar. Fue emocionante para mí ver a mi papá, a esa edad, con la juventud que otros tal vez ya no tenemos. Al día siguiente fuimos invitados a visitar un altar maya por un amigo a quien considero el único ajq’ij a quien tomo en serio, y mi señor padre se sintió identificado con el lugar. Este amigo incluso nos regaló unas frutas que yo no conocía y son equivalentes al aguacate. La visita a su altar me revivió el ánimo y pude ver los distintos copales, aunque él no se dio cuenta.
Otro punto interesante fue que la mañana del sábado último, durante la conferencia, hubo una audiencia respetable de estudiantes, y después de más de una hora de haber hablado, me permití hacer una broma al decir que “ahí dejaba de hablar, porque mi hermano estaba presente, y él ya ha de estar aburrido de escuchar lo mismo”, eso provocó un carcajada colectiva. Las preguntas de los estudiantes de la Landívar se extendieron por un buen tiempo, y fue satisfactorio por el interés sobre el libro. Incluso después de terminada la reunión algunos se acercaron para hacer preguntas personales. Eso fue estimulante al ver el interés de estos jóvenes. Después llegó un camarógrafo de cable local a hacer una entrevista que no he visto. Por la tarde, hubo otra reunión con profesionales de la educación bilingüe, y el proceso siguió con una serie de preguntas, lo cual continuó con la misma dinámica de la mañana. Como me preguntó un profesor de la URL: “¿Cómo aguanta hablar tanto del mismo tema?”, a lo que le contesté: “Es que me apasiona”. De hecho me pasé casi todo el día hablando del tema. Ya quisiera ver yo el interés de los k’iche’es por este asunto, pero eso es esperar demasiado. Después de la presentación en la Academia de Geografía e Historia de Guatemala, seguramente esta ha sido una de los mejores intercambios académicos. Tal vez la última será en Panajachel.
PA UKAB Q’IJ xujbelo lo pa wakatem, k’ate k’u ri’ xujtxijik. Kinmatioxij che nuchaq’ che nutat rumal che xebe’ wuk’. Jas ri xintzibaj pa kaxlan tzij wa’ lo ri’, ri xk’ulmataj wuwuqix are ne lo ukab chi rij ri xbanataj pa ri Academia de Geografía e Historia. E k’i alaj alabom, alitomab xe’oponik. Pa xeqal junam chik.
PA JUN CHOLAJ CHIK: Volviendo a la realidad, y sin conocer muy bien a Raúl Figueroa Sarti, me parece un ataque a la libertad de expresión el juicio seguido en su contra. Si un editor de los pocos que existen en el país es enjuiciado de esa manera y que el sistema de justicia actúa en jauría para atacarlo, ¿cómo vamos a salir de la incultura? ¿Qué pretenden estos jueces serviles? Indigna pensar que en esos casos sí funciona la in-justicia, pero en contra de los policías y cómplices del narcotráfico no sucede nada. Pareciera que esos socios de la justicia tienen más libertad que la de un editor, cuya única culpa fue haber publicado una foto con autorización verbal de un desconocido fotógrafo. No hay derecho, y me solidarizo con Figueroa Sarti, como lo están haciendo otros conocidos columnistas.
Publicado en "Prensa Libre", 15 de agosto de 2009: http://prensalibre.com/pl/2009/agosto/15/331765.html
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ResponderBorrarSaludos.