Caso ilustrativo No. 74
Desaparición forzada masiva en los
parcelamientos de Almolonga y Pinula
I. ANTECEDENTES
En los años veinte
el Estado de Guatemala otorgó varias fincas a la Compañía Agrícola Bananera de
Guatemala, situadas en la región de Santa Lucía Cotzumalguapa, Nueva Concepción
y Tiquisate, al oeste del municipio de Escuintla, con una extensión aproximada
de 1,440 caballerías, y donde el banano era el cultivo predominante.
En 1944 los hombres
que laboraban para la compañía se organizaron en sindicatos y exigieron mejoras
salariales. Hacia 1950
varios campesinos comenzaron a ocupar tierras ociosas de la compañía, tal como
sucedió en San Juan la Noria en la región de Tiquisate, donde los trabajadores
se apropiaron de algunas parcelas para vivir y cultivar su milpa.
Con la expropiación
de tierras de la Compañía Bananera, promovida en 1953 por el Gobierno de Jacobo
Arbenz (Decreto 900, Ley de Reforma Agraria), campesinos procedentes en su
mayoría del oriente del país lograron obtener tierras en los parcelamientos
creados por la reforma agraria: Jocotén, Almolonga, Pinula, Santiago y
Santiaguito, en Tiquisate y Nueva Concepción.
El
derrocamiento de Arbenz (1954) interrumpió este proceso. En 1956, el Gobierno
de Castillo Armas otorgó el resto de las tierras que habían pertenecido a la
Compañía a finqueros amigos, miembros del Movimiento de Liberación Nacional
(MLN), quienes obtuvieron grandes extensiones de terreno en la zona de
Tiquisate. En esta época empezaron las primeras persecuciones y desapariciones
forzadas en el área. Las violaciones de los derechos humanos que alcanzaron
mayor resonancia tuvieron lugar en la finca Jocotén. “Cuando cayó Arbenz
hubo masacres en la finca Jocotén; fue el Ejército de Castillo Armas y los del
MLN los que masacraban, metían a la gente en pozos y luego los enterraban con
tractores en la finca”.
Durante los años
sesenta el Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) inició su trabajo político en
los parcelamientos de Almolonga y Pinula, y a su tarea se incorporaron varios
campesinos.
Años después, en los
setenta, el Comité de Unidad Campesina (CUC) realizó actividades en ambas
comunidades. También las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR) y el Ejército
Guerrillero de los Pobres (EGP) tuvieron influencia en el área. Sin embargo,
los campesinos nunca se integraron en la lucha armada.
En esta época el
Ejército comenzó a servirse de los pobladores de las comunidades designados
como comisionados militares, para reunir información sobre las actividades de
los campesinos. En los parcelamientos de Pinula y Almolonga, los comisionados
militares reportaban de forma periódica al destacamento de Tiquisate sobre la
situación en la zona. Sobre la base de esta información el Ejército tuvo
noticias de que en los parcelamientos se encontraban miembros del PGT, del CUC
y otros activistas que formaban la base social de las FAR y del EGP. Fueron
elaboradas listas con los nombres de estas personas.
El
12 de junio de 1980, en la carretera que comunica a Almolonga y Pinula con
Tiquisate, aparecieron volantes, mantas y pintas en algunas casas, que
promovían la organización campesina. Sobre la responsabilidad de los volantes
existen versiones opuestas: unos afirman que fueron impresos por los miembros
del Ejército para justificar la represión en la comunidad, otros que fueron
hechos por las organizaciones políticas que tenían influencia en la zona.
II. LOS HECHOS
En la madrugada del
13 de junio de 1980, alrededor de las cinco de la mañana, los trabajadores de
las fincas se hallaban frente al salón comunal de Pinula, como de costumbre,
para esperar el bus que los llevaba a las fincas algodoneras. Llovía. De
repente, un batallón de soldados del Ejército ingresó con tanquetas, camiones y
jeeps por la carretera principal que conduce a los parcelamientos de
Pinula y Almolonga. “Nos asustamos al ver a tanto soldado y ver las
tanquetas del Ejército entrar al parcelamiento”. Los soldados descendieron de los
vehículos y con violencia, los registraron y les exigieron que se
identificaran. La mayoría de los campesinos no portaban sus cédulas de
identidad. Los soldados, con insultos y golpes, les ordenaron que fueran a
buscarlas a sus casas.
Los efectivos
militares se desplegaron por ambos parcelamientos, recorrieron casa por casa
revisando todos los rincones y preguntando por los varones mayores de 15 años.
Llevaban una lista que cotejaban con los nombres que les daban los pobladores.
A aquéllos cuyos nombres coincidían con los de la lista, los subían a los camiones
y se los llevaban. Dos comisionados militares de los parcelamientos fueron
vistos este día acompañando al Ejército, incluso uno de ellos vistiendo
uniforme militar.
El Ejército
permaneció allí cerca de siete horas, tiempo en el que interrogaron a la gente
y capturaron a más de 25 hombres. Los encerraron en los camiones cubiertos con
lonas verdes, que impedían que pudiera distinguirse a las víctimas. Los
familiares que intentaban impedir que se los llevaran recibían insultos y
amenazas. Los soldados afirmaban, según un declarante, que se “los llevaban
porque eran guerrilleros”.
Al retirarse el
Ejército, doña Marta Julia Yanes de Mérida, una mujer de 50 años de edad, “desesperada
por el dolor” decidió
seguir los camiones y tanquetas del Ejército en el vehículo de un familiar,
para ver a dónde llevaban a su esposo y a sus dos hijos, pero los perdió de
vista en la entrada a Santa Lucía Cotzumalguapa, Escuintla. La señora Yanes
siguió buscando a las víctimas junto con otras madres y esposas de los desaparecidos.
El 12 de octubre de 1980 fue asesinada a balazos en su casa, junto con un nieto
de seis años que tenía en brazos. El crimen fue realizado por hombres armados y
vestidos de civil, que circulaban en un pick-up.
Todos los esfuerzos
tendientes a conocer la suerte corrida por las víctimas fueron infructuosos.
De
los 25 campesinos que, según los testimonios desaparecieron a consecuencia de
esta operación, la CEH logró identificar los nombres de 23 víctimas.
III. CONCLUSIONES
Estudiados los
antecedentes del caso, la CEH llegó a la convicción de que efectivos del
Ejército de Guatemala fueron autores de la desaparición forzada de por lo menos
23 pobladores de los parcelamientos Pinula y Almolonga, municipio de Tiquisate,
Escuintla, el día 13 de junio de 1980.
La CEH
presume que agentes de las fuerzas de seguridad del Estado fueron autores de la
ejecución arbitraria de la señora Marta Julia Yanes de Mérida y de su nieto de
seis años, como represalia por los esfuerzos realizados por aquella para dar
con el paradero de sus familiares capturados por el Ejército.
La CEH considera que
este caso es ilustrativo de la identificación que el Ejército realizó durante
el enfrentamiento armado interno, de los líderes sindicales y personas que
reivindicaban sus derechos laborales, con la insurgencia. El caso ilustra,
además, la efectividad con que operaba, en esa época, el método criminal de
exterminio conocido como desaparición forzada de personas.
Finalmente,
el caso es ilustrativo de la utilización, por parte de agentes del Estado, de
miembros de las comunidades como informantes y delatores, con el resultado de
ruptura del tejido social y de los lazos comunitarios al provocar la división
de la población.
LISTADO DE LAS VÍCTIMAS
Ejecución arbitraria
Marta Julia Yanes de
Merida y su nieto
Desaparición forzada
Antonio
Carrera
Antonio
Mérida
Carlos
Alberto Belton Luna
Daniel
Chávez
Eduardo
Trujillo
Ernesto
Guevara Morales
Eulalio
Merida
Eulogio
López
Everardo
Merida Yanes
Felipe
Mencos Valez
Felipe
Paredes
Francisco
Guevara Morales
Jaime
López
Julio
Zepeda Castillo
Justiniano
Merida Yanes
Ovidio
del Jesús Belton Luna
Pedro
Chojola
Pedro
Merida López
René
Trujillo
Rocael
Florian
Ruben
Chávez Barrera
Salvador
Carrillo Velásquez
Santiago
Pérez Esteban
Víctimas
colectivas/desconocidas: 3
Fuente:
CEH, Guatemala memoria del silencio.
En Hutzitzil en Tiquisate, el tejido social fue destruido; ni perdón ni olvido: justicia...
ResponderBorrar