Caso ilustrativo No. 1
Ejecuciones, tortura
y desplazamiento forzado en la ribera del río Isumacinta, Petén
“Me
estuvieron pegando toda la noche, me preguntaban por un guerrillero y yo les
dije que no lo conocía; no podía mal informarlos como lo habían malinformado
sobre nosotros, y me volvían a dar culatazos”.
I. ANTECEDENTES
A finales de los
años sesenta comenzó un proceso de colonización en las riberas del río
Usumacinta, que es la frontera del departamento de Petén con México. La gente,
que llegaba de todos los rincones de Guatemala al área del municipio La
Libertad en busca de tierras, se organizó en varias cooperativas, entre ellas
Bethel, Las Palmas, Buena Fe, El Arbolito, Flor de la Esperanza, Bella
Guatemala, Bonanza, Ixmucané y La Técnica.
En la década de los
setenta las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR) comenzaron a realizar tareas de
propaganda y organización entre la gente de esas cooperativas. Su éxito fue
parcial pero importante, llegando a contar con un buen número de simpatizantes
y colaboradores.
En 1981 cuando aún
las FAR no habían iniciado campaña militar alguna en esta zona, ocurrieron dos
hechos que permitieron al Ejército conocer la existencia de esas bases de apoyo
social a la guerrilla y también la identidad de los máximos líderes de las FAR
en el área. El primero fue la captura del “comandante Felipe” del
Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP), en el departamento de Alta Verapaz,
quien portaba documentos que contenían información militar y organizativa sobre
las FAR en el departamento de Petén, incluyendo nombres de sus integrantes. El
segundo hecho fue la captura en la ciudad capital, también por el Ejército, de
dos miembros de la cooperativa El Arbolito que se aprestaban a viajar a Cuba,
enviados por las FAR, para recibir capacitación política y militar.
En
el mes de junio de ese año, unos dos kilómetros al norte de la comunidad de
Vista Hermosa, cercana a la cooperativa El Arbolito, el Ejército instaló un
destacamento compuesto por cuatro pelotones de soldados. Además, militares
disfrazados de compradores de cerdos comenzaron a llegar a las cooperativas de
forma ocasional, pasando las noches platicando con la gente con la finalidad de
informarse sobre la población.
II. LOS HECHOS
La campaña del
Ejército
El 16 de junio de
1981 efectivos del Ejército partieron del destacamento militar y recorrieron
varias cooperativas. Al llegar a la cooperativa Bella Guatemala pintaron en la
escuela la consigna “Vivan las FAR”. La investigación realizada por la
CEH permite afirmar, con certeza, que los soldados iban disfrazados de
guerrilleros. Los soldados conducían a un hombre capturado la noche anterior en
la cooperativa Flor de la Esperanza. De este hombre nunca se tuvo más noticia
en su comunidad, cuyos habitantes afirmaron haber encontrado manchas de sangre
en su casa con posterioridad a su desaparición.
Al día siguiente, en
horas de la mañana, otros dos pelotones de soldados vestidos de civil salieron
del destacamento. Una persona de la cooperativa El Arbolito que iba camino a
Vista Hermosa se encontró con ellos y fue capturada; una segunda persona lo fue
más tarde, esa misma mañana. Un capturado, sobreviviente, manifestó a la CEH: “Yo
vi hombres vestidos de civil, pero no vi que traían armas, se abrieron y yo
pasé, no me hablaron, me dejaron pasar y sentí el golpe atrás de la cabeza, ahí
estoy tirado, luego me pusieron el pie aquí en la espalda y el cañón aquí [el
pecho]. Y entonces fueron a registrarme. Y yo les dije: ‘¿Qué es lo que
quieren?’. Y empezaron a tratarme de ratero, de ladrón, de sinvergüenza, que yo
era un guerrillero. Le digo yo: ‘¿Pero por qué?, si yo no estoy haciendo nada’.
Y agarraron mi leche que llevaba y mi comida se la comieron, tiraron el arroz
todo para el monte. Entonces ya me amarraron de los dos dedos y de las manos
atrás. Al rato cayó Fausto Bravo [el segundo capturado]; lo mismo le
hicieron. Le pegaron con machete, y sonaban los cuerazos en la espalda y le
amarraron. Al rato oí que estaban amarrándolo y gritaba cuando le estaban
pegando. Cuando me di cuenta, sí era el Ejército, pero todos iban vestidos de
civil”.
Los efectivos se
dividieron en dos pelotones, uno se orientó hacia El Arbolito y el otro marchó
en dirección a la cooperativa Bonanza.
El pelotón
que se dirigía a El Arbolito, que llevaba consigo a los dos capturados y a una
persona encapuchada que habría sido aprehendida en la capital, se juntó con los
soldados que habían estado el día anterior en la cooperativa Bella Guatemala. A
las diez de la mañana entraron en dicho lugar disparando al aire. Más tarde,
según los testimonios recogidos, aterrizó en El Arbolito un helicóptero del
Ejército.
Los soldados
obligaron a todos los habitantes a reunirse en la cancha de fútbol. Según
relata un testigo: “Uno de los soldados entró a la escuela, cuando estaban
estudiando los niños, y les preguntó: ‘¿Quién es la niña más grande aquí?,
¿Quién es?’, los niños se pusieron a llorar y salieron a la cancha de fútbol”.
Estando todos los
habitantes reunidos en la cancha, la persona encapuchada fue señalando a ocho
presuntos colaboradores de la guerrilla, que fueron detenidos y llevados por
los soldados al destacamento militar. En el trayecto fueron golpeados con palos
por los efectivos militares. Rumbo al destacamento encontraron a una persona
que se dirigía a El Arbolito y ahí mismo le dieron muerte. Varias personas más
fueron muertas por los soldados en el trayecto hacia Vista Hermosa. Los
cadáveres quedaron expuestos en el camino. Un sobreviviente que pasó días
después por el lugar atestiguó que no se aguantaba el mal olor en toda la zona
y logró ver como a treinta cadáveres tirados en el camino. El estado de
descomposición de los cuerpos impedía identificar a las víctimas, aunque
algunos testigos presumen que eran trabajadores de una petrolera ubicada en el
territorio fronterizo mexicano.
El
pelotón que entró en la cooperativa Bonanza llegó gritando “Viva el ESA y mueran los guerrilleros”, ejecutó
en el lugar a un número indeterminado de personas de la comunidad que
pertenecían o colaboraban con las FAR.
“Masacraron en el mismo lugar a Pedro, Audelino y al teniente de
las FAR, Vidal. Capturaron a otro teniente de las FAR, Cruz Sánchez, y otros de
la misma comunidad tales como Faustino, Erazmo González y Luis”.
A Cruz Sánchez lo
llevaron a la cooperativa La Técnica, para que identificara a sus compañeros,
pero no encontraron a nadie porque la gente, ya avisada, había huido. Luego lo
llevaron al destacamento militar, donde fue torturado y, probablemente,
ejecutado. Un testigo presencial declaró a la CEH: “Me tocó junto con Cruz
Sánchez ser torturados”.
Al
destacamento militar llegaron aproximadamente otros veinte hombres capturados,
que fueron arrojados en un pozo de lodo y sometidos a tortura. “Me pusieron
una bolsa en la cabeza para asfixiarme, me golpearon a culatazos, no nos dieron
nada de comer durante ocho días; habían personas que les puyaron los ojos con
agujas y a algunos los gusanos les comieron los ojos y gritaban del dolor
insoportable”.
Según un testigo
ante la CEH, en esos días bajó de un helicóptero una alta autoridad militar,
quien “…llegaba a observarnos en el lugar donde nos estaban torturando, y
luego desaparecía de nosotros”.
Después de ocho días
de cautiverio sólo cuatro hombres sobrevivieron y fueron liberados, bajo
amenaza de muerte a ellos y sus familias en caso de que contaran lo ocurrido.
Durante las dos
semanas en que se desarrolló esta operación, efectivos del Ejército también se
hicieron presentes en la cooperativa Flor de la Esperanza, donde dieron muerte
a siete personas, que fueron sepultadas por un sobreviviente en el cementerio
de la comunidad.
Cuando,
días más tarde, se retiró el destacamento militar, habitantes de la vecina
comunidad Vista Hermosa fueron obligados por los soldados a amontonar y quemar
los cadáveres que aún no habían sido sepultados. Según testimonios recibidos
por la CEH, los cuerpos incinerados habrían sido sepultados en una parcela
ubicada a 1700 metros de la comunidad, en la carretera a Bethel.
El desplazamiento y sus consecuencias
Antes del 16 de
junio de 1981, conociendo la presencia del Ejército, cientos de personas del
área habían huido a México, donde pidieron refugio. Inmediatamente después de
ocurridos los sucesos narrados, todos los habitantes de la comunidad de
Ixmucané, afectados por el terror, decidieron buscar asilo en el país vecino.
Más tarde los siguió la mayoría de la población de las otras comunidades.
Como las autoridades
mexicanas obligaron al primer grupo a regresar a Guatemala, a través de la
selva de Lacandón, la dirigencia política de las FAR realizó gestiones para
procurar que el Gobierno de México acogiera a estos guatemaltecos como
refugiados.
“…Las
primeras pruebas que presentamos al Gobierno mexicano fueron los sobrevivientes
de la masacre de la cooperativa El Arbolito, horas después que el Ejército los
liberó. Las señales de torturas que presentaban los sobrevivientes
conmocionaron a las autoridades de ese país, declarando a las primeras cuatro
personas como asilados políticos. Este proceso de asilo político fue acompañado
por una campaña de prensa. Los cuatro sobrevivientes sirvieron para los demás
refugiados como fuentes para poder ingresar en calidad de refugiados y
aceptados por el Gobierno mexicano”. Después
de concederse el asilo a estos sobrevivientes, el Ejército mexicano, que se
había instalado en la frontera, se retiró. “Entonces abrió las puertas de
nuevo, comprendieron que no venían a buscar trabajo en el país”, sino que huían
de la represión.
Sin embargo, los
miembros de otro grupo que no logró refugiarse en México y que se encontró con
las patrullas guerrilleras que operaban en ese área fueron reclutados por la
insurgencia y algunos organizados en “milicias”, cuyo trabajo cotidiano
consistía en la protección de la milpa, la caña y otros alimentos, el
abastecimiento y la atención médica a los combatientes. Las milicias se denominaron “Comunidades
Populares de Producción y Defensa” y después “Comunidades Populares en
Resistencia-Petén” (CPR-P).
Un ex miembro de las
FAR atestiguó cómo el grupo guerrillero aprovechó este fenómeno de
desplazamiento forzado para reclutar gente de las cooperativas afectadas: “…Busquemos
a los muchachos a ver si los hallamos, y aunque no nos conocieran, y aunque
nunca hayan sido colaboradores, busquemos a los muchachos a que nos apoyen. Y
muchas veces que nos topamos con ellos ahí en esas desbandadas podríamos decir
lo primero que dijeron: ‘Muchá, aquí habemos tantos y queremos armas, y nos
vamos a incorporar y vamos a echarles punta a estos jodidos”.
Por su parte, un desplazado
de esas cooperativas convertido en combatiente, recuerda por qué se incorporó a
la guerrilla, “En primer lugar fue porque el Ejército había matado a mi
papá, entonces eso ya guarda uno un rencor, ni modo hay que hacer algo, eso por
un lado, por otro lado, si no me metía ahí era para que me dieran muerte en
cualquier momento. Entonces dije yo, mi único chance es aquí. O salgo vivo o
muero, pero voy a morir con arma”.
Otro
ex combatiente afirmó “…Antes de la masacre del Arbolito si mucho contábamos
con 30 combatientes … las FAR eran un pescadito. Después pasaron a ser el pez”.
III. CONCLUSIONES
La
CEH, considerando todos los antecedentes reunidos en la investigación de este
caso, llegó a la convicción de que efectivos del Ejército ejecutaron a civiles
desarmados en violación de sus derechos humanos. Esta violación del derecho a
la vida no admite justificación basada en la colaboración que las víctimas
eventualmente hayan podido prestar a la guerrilla.
Además, la CEH llegó
a la convicción de que efectivos del Ejército ejecutaron, fuera de combate, a
presuntos integrantes de la guerrilla que no estaban armados, violando su
derecho a la vida e infringiendo normas elementales del Derecho Internacional
Humanitario.
En este mismo caso,
la CEH concluyó que varias personas sufrieron violación de su derecho a la
integridad física, mediante la tortura cometida por los mismos agentes del
Estado.
Por otra parte, la
CEH llegó a la conclusión de que numerosas personas sufrieron violación de su
libertad de circulación y residencia, al ser objetivamente forzadas a abandonar
sus hogares y lugar de trabajo, a raíz de una campaña vinculada al
enfrentamiento armado interno.
En otro orden de
consideraciones, la CEH estima que este caso ilustra una táctica utilizada por
el Ejército para contrarrestar la base de apoyo civil a la insurgencia, la cual
incluyó métodos ilegítimos de represión selectiva, que no sólo afectaron a
quienes efectivamente colaboraban con la guerrilla, sino también al conjunto de
las comunidades del área, como lo evidencia el éxodo masivo de la población.
El caso ilustra,
también, cómo población civil que no era parte en el enfrentamiento terminó
involucrada en el mismo, primero como víctima y luego como colaboradora activa
de una de las partes, fenómeno, este último, que agudizo dicho enfrentamiento
en Petén.
LISTADO DE LAS VÍCTIMAS
Ejecución arbitraria, tortura
Carmen
Rodas Rodas
Daniel
Damasio Rodas Juárez
Erasmo
Aguilar
Fausto
Escobar
Luis
Cardona
Luis
Cifuentes
Noe
Aguilar
Raúl
Rodas
René
Mejía Carreto
Vidaul
Rodas Avila
Ejecución arbitraria, tortura,
privación de libertad
Erazmo
González
Desaparición forzada, tortura,
privación de libertad
Benjamín Maldonado
Socorro Martínez
Cruz Sánchez
Torturas,
privación de libertad
Bonifacio
Rodas Godínez
Delfino
Cardona
Fausto
Bravo
Felicito
Acuña
Pedro
Hernández
Reginaldo
Aguilar López
Sostenes
Cifuentes Flores
Víctimas
colectivas/desconocidas: 47
Fuente: CEH, Guatemala memoria
del silencio.
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